El martes por la noche se produjeron unos hechos graves en el barrio de Egara de Terrassa. Una discusión entre adolescentes se complicó y derivó en una pelea multitudinaria que acabó con dos disparos a una ventana y la huida de los agresores. Al margen de los pormenores, el suceso ha puesto de manifiesto una realidad compleja en algunas zonas del barrio. es una situación que resulta familiar, por ser comparable a lo que ha ocurrido y está ocurriendo en otras zonas de la ciudad.
Existe una gran relación entre el urbanismo y la realidad social. La degradación de la vivienda va demasiadas veces aparejada a escenarios de conflictividad social y lo sucesos ocurridos en el barrio de Egara destapan un problema de infravivienda, de okupación, de conflicto y por tanto, de problemas de convivencia. Los servicios sociales son conscientes de la situación, no sólo la que se produce en algunas zonas del barrio de Egara, como es el caso, sino también en La Maurina, Sant Pere Nord o Ca N’Anglada, por citar algunos ejemplos. Se trata de espacios muy concretos y cada uno de ellos con una problemática propia. Pero la acción de los servicios sociales se topa siempre con los mismos frenos, que es la falta de recursos para ofrecer un futuro cierto a la familias y una vivienda en condiciones cuyos habitantes puedan considerarla suya.
La complejidad de la situación podemos encontrarla en el ejemplo paradigmático que es el barrio de Ca N’Anglada. En el verano de 1999 se produjeron unos hechos de una gravedad extraordinaria contra la comunidad marroquí que entonces en menor medida que hoy, poblaba el barrio. El alcance de la situación llevó a la intervención inmediata de la Administración, intentando atacar el problema de forma, como se empezaba a decir entonces, transversal. Se necesitaba una intervención social, pero también urbanística que posibilitase una convivencia armónica entre las comunidades autóctona y recién llegada. El proyecto más ambicioso era el urbanístico. Han pasado ya 17 años, el esponjamiento de las viviendas de la zona norte del barrio se está llevando a cabo con una gestión, hay que reconocer que ejemplar del asunto. Habría que pensar si el problema se ha solucionado en Ca N’Anglada, no para concluir que la actuación de la Administración no ha servido para nada, sino para aprender de la experiencia.
La crisis nos ha hecho olvidar la importancia que la vivienda tiene para la dignidad de las personas.