Opinió

De consulta a una recogida de opiniones

El futuro sobre el servicio de agua en Terrassa continúa enredándose cada día más y más. Es una serpiente que se va retorciendo con fuerza y que sin duda alguna acabará asfixiando a más de uno. El lío sigue creciendo. El último eslabón de este proceso es la decisión del Consell Editorial de l’Aigua sobre la celebración de una consulta popular para conocer el posicionamiento de la población sobre el modelo de gestión del agua que debe afrontar la ciudad en el futuro: continuar con una concesión a una empresa, sea privada o mixta, o la municipalización y, por lo tanto, la gestión directa del servicio. El Consell Editorial ha decidido que no se desarrollará ninguna consulta popular en la que se votará sobre una opción concreta u otra.

Aunque se reafirma la importancia de mantener el dispositivo de participación y cooperación ciudadana, éste no se traducirá en una decisión final vinculante. Se pretende, según los miembros de este consejo, alcanzar un “debate en un marco neutro, garantizando la pluralidad y el respeto por todas las visiones y sensibilidades”. Es decir, se podrá opinar, pero en ningún caso tomar una decisión definitiva.

Esta propuesta colisiona directamente con la opinión inicial de la primera autoridad de la ciudad. El alcalde, Jordi Ballart, aseguró en el comienzo de este camino que debería ser la ciudad precisamente la que escogiese una dirección a través de una consulta vinculante (independientemente de las legalidades que quedan en entredicho sobre la Llei de Consultes). Ahora, varios meses después de este anuncio y de estar enfrascado en una auténtica batalla con Mina Aigües de Terrassa, cuando se ha posicionado públicamente a favor de gestionar directamente el servicio de agua, sumándose así a las tesis defendidas por el resto de fuerzas de izquierda del Consistorio, se anuncia un giro con respecto a la consulta.

Sí, el proceso participativo se va a realizar pero, además de recoger opiniones, ¿qué fuerza puede plantear si no tiene la opción de que todos y cada uno de los habitantes de Terrassa se posicionen a favor de un modelo? ¿Realmente no se puede organizar una consulta en la que todas las partes puedan dar a conocer sus propuestas y que todas ellas puedan plantearse en un “marco neutro” y que a su vez concluya con un resultado vinculante?

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