A Mariano Rajoy le suelen acusar de vago. Él mismo reconoció que a nadie le agradan los debates electorales que exigen un gran esfuerzo y son algo cansado. Pedro Sánchez declaró en la última campaña electoral que España no merece ser gobernada por la pereza de Mariano Rajoy. Lo retratan, satíricamente, como al tuerto del Arcipreste de Hita, el que una noche yacía en la cama y le daba una gotera de agua que caía en el ojo. “Por pereza no quise la cabeza cambiar;/ la gotera que digo, con su muy recio dar,/ el ojo que veis huero acabó por quebrar.” Susana Díaz reconoció en un mitin que Mariano Rajoy no era tonto, pero sí indolente. Quizás los socialistas se han equivocado en el análisis de la gandulería presidencial y en eso de decir que España no necesita un presidente perezoso, sin cuerda; ahora resulta que en estos días de calima y de siesta el presidente preparaba la segunda CEDA y la tercera Restauración.
Fragmento del artículo de Raúl del Pozo en El Mundo