Opinió

Rencores

(…) Descifrar la mente de los terroristas desde la psiquiatría, y no tanto desde la vertiente policial, concluyó que padecen un desequilibrio patente, mezcla de egolatría y pulsiones maniacas. Es posible que haya menos misterio del que se quiere ver en golpear la calle, las concentraciones lúdicas, los espacios de socialización. Conforman un perfil claro del asesino que transforma al inocente en su enemigo por una sublimación del agravio que padece. Es cierto que nos hemos equivocado escuchando a los teóricos de la economía política que han transformado la sociedad en un conjunto de ganadores y perdedores. Esta diferenciación que sirve tan bien al deporte, carece de solvencia en la vida cotidiana, porque aquí no hay reglamento y la competición es siempre desigual. En la sociedad, el triunfo y el fracaso no son medidores objetivos ni producto del juego limpio, sino que generan rencor que nos negamos a tratar si aceptamos la competición como modo de organización social.

Fragmento del artículo de David Trueba publicado en El País

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