El equipo de gobierno afirma que valora la posibilidad de volver a convocar un concurso para llevar a cabo la concesión a una empresa privada del servicio de transporte público de la ciudad. La noticia no tendría la mayor importancia si no fuera porque es el tercer cambio de criterio desde que se tuvo que suspender la licitación por errores en la convocatoria. No hay mayor problema en que el Ayuntamiento quiera licitar o municipalizar el servicio. Hay opiniones para todos los gustos. Como en el asunto del agua, hay posicionamientos teóricos, de gran calado político que hacen a algunos partidos decantarse por uno antes que por otro. En este caso, los dos criterios son buenos porque, como en cualquier concurso, un pliego de condiciones puede ser tan eficaz como una gestión directa para atar corto una concesión. La cuestión, como decíamos, es más política que práctica; el problema está en que la indefinición genera inseguridad y la inseguridad, desconfianza, nada más.
Otra cosa es cómo se está gestionando el asunto y la verdad es que sigue por el mismo camino que el accidentado concurso. El último tropiezo se produjo en la última reunión de la comisión informativa. El equipo de gobierno presentó para aprobar en el pleno de julio con carácter de urgencia una nueva prórroga de la concesión a TMESA. Los partidos de la oposición lo rechazaron de forma incluso airada al considerar que no se daba ningún circunstancia que justificase la urgencia con la que se quería aprobar la prórroga y que en todo caso debían disponer de la información necesaria para tomar una decisión. En realidad hay tiempo más que de sobras para aprobar la prórroga que pretende el equipo de gobierno por diversas circunstancias, entre ellas, parece ser, la necesidad de que el Gobierno español adecue la normativa a las directrices europeas en este sector.
El concejal Armengol, que tiene en sus manos dos marrones importantes como son éste de los autobuses y el del suministro del agua, reconoció que fue un error presentar la prórroga del servicio a TMESA con carácter de urgencia. No tiene mayor importancia la situación más que sumar un nuevo error a los que ya han convertido en un asunto incómodo el de la concesión de los autobuses. Tiempo habrá de debatir sobre ello y de llegar a la conclusión de cuál es la mejor opción para el transporte colectivo público de Terrassa. De todos modos, el hecho de que haya posibilidad hasta 2019 de mantener las prórrogas a TMESA no debe hacer que el equipo de gobierno se relaje; no olvidemos que una de las argumentaciones que se hacían valer para defender la concesión a Moventia era que ahorraba un buen dinero al municipio. Cuanta más prórroga, menos ahorro.