Opinió

Clubs

El Ayuntamiento de Terrassa frenará con una moratoria la apertura de nuevos clubs de cannabis en Terrassa. Este tipo de establecimientos está siendo objeto de una viva polémica, no tanto sobre su legalidad, sino sobre la legalidad de las actividades que podrían llevarse a cabo dentro. Inicialmente un club cannabico es una asociación de personas cuyo nexo de unión es el consumo controlado de cannabis. Existe una normativa de funcionamiento que gira en torno al autoconsumo, lo que el Tribunal Supremo, desde el año 2001, ha considerado que es el autocosumo, esto es, el acopio de estupefacientes para cinco días.

El terreno es resbaladizo puesto que la normativa aún siendo clara puede dar margen a la interpretación y en algunos casos se pueden establecer las bases para que ese margen se amplíe en exceso, hasta terrenos que puedan rozar la ilegalidad. Eso es al menos lo que se entiende de las últimas sentencias relacionadas con este tipo de clubs de consumo. La semana pasada se hizo pública una sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona que, aunque puede ser recurrida, condenaba a dos directivos de un club de cannabis barcelonés a nada menos que cinco años de prisión por los delitos de tráfico de estupefacientes y asociación ilícita. Las penas son realmente altas puesto que en ese club en concreto, parece ser que formado por 1.200 socios, existía según la sentencia, una importante plantación de marihuana. Ese es un denominador común en algunas de las actuaciones policiales que se han desarrollado contra los clubs cannabicos, el cultivo y la venta generalizada. Terrassa no es ajena a esta realidad y se han sucedido detenciones en clubs bajo la acusación, también, de tráfico y cultivo.

Esta controversia policial y judicial contra los clubs genera una imagen de desconfianza e incluso de ilegalidad que perjudica a los establecimientos que sí cumplen con la normativa. La justificación de la decisión del Ayuntamiento se refiere, precisamente a las dudas que socialmente empiezan a generar los clubs en torno a ese amplio margen de interpretación que pueda darse a la confusa ley que regula los clubs y que se pretende mejorar con una ILP.

Otra cuestión muy distinta es la que se refiere a la posibilidad de la legalización del cultivo y consumo de cannabis y derivados. Ese es otro debate, con el que se puede estar de acuerdo o no, pero que va más allá de la interpretación de la norma legal sobre los clubs cannabicos.

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