El Ayuntamiento de Terrassa anunció ayer en nota de prensa que el alcalde, Jordi Ballart, se reunió por la mañana con la ex síndica de greujes, Isabel Marquès. Y lo extraordinario no es tanto la reunión en sí, que también, sino la propuesta que le realizó: ni más ni menos que continuase en el cargo de síndica que dejó hace pocos días.
Hay cosas que no se entienden. No se puede negar que el alcalde Ballart es un hombre que cuando está seguro de algo llega hasta las últimas consecuencias, incluso a correr el riesgo de despistar a propios y extraños con una propuesta como la que realizó ayer y que avanzó dos días antes en twitter, la renovación de Marquès como síndica. La propuesta no es inverosímil por el hecho de que la haga, sino simplemente porque ha tenido muchos meses para materializarla y no lo ha hecho; porque hasta que ha hecho pública esa propuesta ha mostrado una total falta de delicadeza con la figura de la síndica y porque ha esperado a que haya un proceso de renovación en el reglamento de la sindicatura, impulsado por la propia Isabel Marquès, en el que se incluye precisamente el mecanismo de designación del nuevo síndic.
Ese proceso se puso en marcha de forma precipitada cuando Isabel Marquès, hastiada después de no recibir respuesta sobre su sustitución (recordemos que ella anunció en su momento que no quería seguir), anunció formalmente que abandonaba el cargo. La sindicatura quedó vacante porque después de una prórroga de unos quince meses, el Ayuntamiento no había decidido qué iba a hacer con la sindicatura.
Y precisamente ahora, cuando se inicia el proceso de renovación del reglamento de la sindicatura, el alcalde decide que hay que buscar un consenso entre los grupos políticos que forman el pleno para que Isabel Marquès sea nuevamente la síndica. Y además se dice que reitera la propuesta que ya hizo en noviembre. Es decir, lo propone en noviembre y no se acuerda de ese ofrecimiento hasta después de la dimisión definitiva. Y no sólo eso, sino que permite que se convoque una junta de portavoces para establecer un nuevo reglamento, para ahora instar su continuidad. Va tarde y diga lo que diga, se plantee como se plantee, no se entiende. Las redes sociales son ya francamente importantes.
Se quiere “reparar” una decisión equivocada o una indecisión, con un “yo ya dije que debía seguir”. Lo primero que tendría que hacer el equipo de gobierno y el propio alcalde es, desde la humildad, reconocer que se ha equivocado, que no se ha gestionado bien la situación e invitar a todos a solucionar el error, porque en realidad Isabel Marquès es una apuesta segura. La situación es ridícula en sí misma. Por favor.