La frontera entre la interpretación y la opinión es siempre difusa porque la información nunca es aséptica, máxime cuando se trata de analizar la acción política. Todos estamos sometidos al juicio de los demás, pero hay quien debe estar más predispuesto que otros. Y hoy el juicio es negativo, duro y directo contra la actitud del equipo de gobierno para con la figura de la síndica de greujes de Terrassa. Isabel Marquès dijo ayer adiós a la sindicatura con una carta pública después de más de seis años en el cargo. Recibió el nombramiento en enero de 2010 y se ha distinguido por su seriedad, profesionalidad y entrega a un cargo en el que ha creído antes, durante y seguirá creyendo el lunes cuando cese formalmente en él. Y se va como llegó, discreta, digna y silenciosa.
Como diría el castizo, no hay derecho lo que dos equipos de gobierno, dos Consistorios han hecho con Isabel Marqués y con el cargo de síndic de Terrassa. Marquès cumplía su mandato en enero de 2015 y ante la falta de sustituto, porque aquel equipo de gobierno no se había planteado la cuestión, aceptó una prórroga de un año. Propuso un cambio en el reglamento, más personal y una mayor remuneración para el síndic debido a la gran dedicación que exige si se quiere desarrollar la función con garantías.
Pasó un año y en enero aceptó nuevamente continuar tres meses más. Se sabía que era difícil cumplir con los plazos, porque se debía iniciar el proceso de elaboración del nuevo reglamento, en el que, por otra parte, se debe incluir el mecanismo de designación. Pero es que ni el equipo de gobierno ha movido un dedo para ello, ni la oposición lo ha reclamado. La síndica comunicó oficialmente el lunes pasado que abandona el cargo, seguramente cansada de la situación, y se convoca de urgencia una junta de portavoces extraordinaria para el próximo lunes con el reglamento de la sindicatura como único punto del orden del día. Ahora, todos a correr.
Isabel Marqués, la institución de la sindicatura de greujes de Terrassa, no merecen esa desidia y esa falta de consideración. Es bien cierto lo que dice el alcalde de que la oposición no siempre tiene razón, pero no es menos cierto que el equipo de gobierno tampoco la tiene siempre. En este caso es evidente que se ha equivocado gravemente por omisión incurriendo en una fea irresponsabilidad institucional. Ahora se dirá que no hay para tanto, que la oficina puede seguir funcionanado y que ya se sabía. Lo dicho, no hay derecho.