Los datos facilitados ayer por el Consorci de Residus son desalentadores. Por una parte, se ha detectado, en general, un aumento del volumen de residuos gestionado con lo cual puede entenderse que existe un mayor consumo y que podría decirse que la reactivación de la economía, muy lentamente, está llegando a los hogares, o a algunos hogares. De la misma forma que se ha registrado un aumento del volumen de residuos se debería haber registrado un aumento de la selección en los domicilios. Eso no sólo no ha sido así, sino que los datos revelan que incluso se ha producido un descenso en el volumen de residuos seleccionados en los domicilios, no sólo terrassenses, sino de toda la comarca.
Desde que se inició el sistema de selección y reciclaje de residuos se generaron y nos autoimpusimos unas expectativas que no se están cumpliendo. Hemos alcanzado, especialmente en Terrassa, un techo que no sólo no llega a la media catalana, sino ni siquiera a la media de la comarca. Por ello, al margen de que la situación en Terrassa sea peor que en otros municipios, debemos realizar una lectura generalizada e intentar encontrar la razón por la que el sistema de gestión de residuos del que nos hemos dotado no funciona. En realidad esa es la conclusión, no funciona y en los términos en los que nos desenvolvemos con los residuos en estos momentos no alcanzaremos nunca los estándares previstos como óptimos en una linea de progresión que sitúa en 2020 una selección en los domicilios en torno al 65 por ciento de los residuos generados.
Hace pocos días hacíamos una reflexión similar sobre el comportamiento de los ciudadanos no sólo ante los residuos, sino ante su entorno inmediato. No sólo nos distanciamos de la corresponsabilidad de gestionar la ciudad en todos los sentidos, sino que en según qué espacios concretos somos especialmente incívicos. Uno de esos espacios es el de los contenedores de recogida de residuos, una realidad que entronca con las cifras de recogida selectiva. Por poner un ejemplo, depositamos en el contenedor verde tantos deshechos orgánicos como en el marrón. Hay algo que no funciona y quizás sea un modelo con el que nos entusiasmamos y que está resultando caro, ineficaz y frustrante. ¿Seremos capaces de dar la vuelta a esas cifras? ¿Podremos pagar los 50 euros que en pocos años costará el tratamiento de la tonelada en el CTR de Coll Cardus?
El único sitio donde realmente funciona el sistema es en Matadepera, donde el control de la selección se realiza casa por casa y hay sanciones importantes. Somos así.