Esto es un juego de mesa; tanto puede ser de cartas, de ajedrez o el monopoly. El proceso de liquidación de la concesión del servicio de suministro de agua en Terrassa se esta convirtiendo en algo parecido a eso, a un juego de estrategia y los jugadores van mostrando de forma cada vez más evidente cuál es su táctica y cuáles son sus cartas. El comisionado del agua del Ayuntamiento, Joan Gaya, cuyo cargo ha sido judicialmente cuestionado por Mina, cifró recientemente en dos millones (un máximo de 2,5 millones) el valor de liquidación de la concesión. Esto es, el valor de lo imprescindible para garantizar el suministro y otras cuestiones y que el Ayuntamiento debe pagar a Mina como consecuencia de la conclusión de la concesión. Mina tiene otro criterio y por lo tanto otros números y el jueves hizo público “su” valor de liquidación: ni más ni menos que 60 millones de euros.
Es evidente que los criterios están muy alejados y que deberá ser un tribunal, como ya preveíamos hace algunas semanas, quien determine, también, cuál es el valor de liquidación final de la concesión. Lógicamente Mina advierte que la indemnización provocará un aumento de la cuota de un veinte por ciento. No conocemos el fundamento de la argumentación, pero no cabe duda de que si es así puede condicionar muchas decisiones. En todo caso, no sólo la carta del valor de la liquidación ha mostrado Mina esta semana, sino que ha recordado una idea que ya avanzó después del verano pasado como conclusión de uno de los informes jurídicos que encargó. Se trata de su propuesta de constituir una empresa mixta de capital privado y capital público para mantener los estándares de servicio que se han dado hasta ahora y que el Ayuntamiento participe así de forma directa en la gestión y control del suministro de agua.
La propuesta tiene su atractivo puesto que permite al Ayuntamiento diferir el pago de la indemnización en el tiempo y municipalizar el servicio en un futuro sin coste. Pero claro, ese planteamiento se realiza desde la base de que el valor de la liquidación es de 60 millones de euros y el Ayuntamiento, al menos su comisionado, tiene una opinión muy diferente al respecto.
Sea como sea, seguimos con esta interesante partida en la que todavía faltan muchos movimientos. Uno que nos tiene especialmente expectantes es el del famoso referéndum, que debía ser el pasado 9 de noviembre y que no se sabe si será o no: un proceso participativo del que se desconoce todo.
Por cierto, Mina intentó tocar ayer la fibra en su nota de prensa refiriéndose a una posible mejora del sabor del agua. Buen intento, pero igual que hace 75 años que se sabe que la concesión acababa este año, hace el mismo tiempo que se sabe que el sabor del agua en Terrassa es horrendo.