El Ayuntamiento de Terrassa aprobó en el pleno del jueves la retirada de la simbología monárquica en la sala de sesiones del Ayuntamiento. Se aprobó con los votos a favor de TeC, ERC, CiU y CUP, con el esperado voto en contra de PP y Ciudadanos y la abstención del PSC. Es difícil, por cierto, entender esa tibieza; como en otras muchas cuestiones sitúa a los socialistas en una indeterminación tan calculada como ineficaz.
La retirada del busto del rey, llevada a cabo ayer mismo, es tan simbólica como el propio busto, pero quizás debería analizarse no tanto desde lo que la iniciativa significa, algo evidente, como desde la perspectiva de lo que persigue.
Probablemente sea un error situar el debate sobre la supresión de símbolos en las ciudades únicamente en una cuestión de legalidad o al menos esa es sólo una de las aristas del debate. También es ilegal la simbología franquista y partidos como PP y Ciudadanos la defienden en otros lugares.
La imposición es lo que genera radicalidad en uno y otro extremo y quizás deberíamos ir a la génesis de esa imposición para dar o restar importancia a la presencia de esos símbolos (la monarquía arrastra el lastre cada vez más pesado de no haber sido votada por los españoles: la Constitución la llevaba de serie).
Lo que se persigue (otra linea de debate) con en este tipo de iniciativas políticas, al margen de la simbología, cuestión principal decíamos, es lógicamente obtener un rédito político a través de comprometer al adversario. La posición de Partido Popular y ciudadanos era meridianamente clara y por tanto, en este caso, el compromiso se buscaba en el PSC. La pregunta que Carles Caballero (ERC) realizó directamente al alcalde encierra toda la intencionalidad de la moción. Ante la advertencia del concejal socialista Alfredo Vega de que el Ayuntamiento no iba a incurrir en ninguna ilegalidad, Caballero preguntó al alcalde si iba a cumplir o no con una decisión aprobada en el plenario. El alcalde, contra la advertencia de Vega, dijo que sí, que retiraría la simbología borbónica de la sala de plenos y así ha sido.
No es la primera vez que en el pleno se busca erosionar al PSC en si mismo y en relación con su entorno. ERC preguntó sobre la relación de Terrassa con la AMI. La cuestión todavía no ha sido aclarada en el pleno, aunque el alcalde fue algo más preciso en las redes sociales hablando de una decisión simbólica para obtener la alcaldía. Esa precisión estuvo a punto de romper el pacto con CiU en Navidad.