La formación de nuevo Gobierno en España se está convirtiendo en un pulso con estrategias diferentes. Por un lado, Rajoy se retira a sus cuarteles de invierno a verlas venir; mientras que Pedro Sánchez se lanza a una auténtica huida hacia adelante. El pulso no sólo es por conseguir la investidura como presidente, sino por la supervivencia de ambos dentro de su propio partido. Mariano Rajoy ha decidido esperar a que su rival se estrelle en su camino hacia la presidencia del Gobierno mientras que Pedro Sánchez ha decidido que la única forma de salvar los muebles es tirando por la calle de en medio. Y el problema siguen siendo la aritmética.
De momento, lo que Mariano Rajoy ha conseguido es elevar el nerviosismo dentro de su partido y las críticas por su actitud esquiva mientras que Pedro Sánchez está consiguiendo, momentáneamente el respeto de los suyos o al menos, el margen de lealtad para que pueda trabajar con cierta libertad. Pero no cabe duda de que en el PSOE, como Mariano Rajoy están a la espera de gestionar convenientemente su fracaso.
De cualquier forma, habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos, pero Sánchez no lo va a tener fácil y aún en el supuesto caso de que consiguiese los apoyos y las abstenciones necesarias para formar un gobierno, la legislatura será extraordinariamente complicada.
Rectificación
No se trata de elevar la anécdota a categoría. El episodio del concejal Jordi Flores en el último pleno informando erróneamente sobre el mensaje de Navidad del alcalde no es más que eso, una anécdota que no debe servir más que para poner de manifiesto la trascendencia de todo lo que ocurre en el pleno. No se cuestiona que se encargue un trabajo a una productora externa, ni el coste. Lo que se cuestiona es la respuesta a una pregunta y el tono utilizado, simplemente y sin mayor acritud. El concejal emitió ayer una nota completísima sobre el mensaje de Navidad del alcalde. Era esa pulcra y exquisita respuesta la que debió oírse en el pleno del jueves; simplemente. Ante la imposibilidad de hablar con él, interpretamos la nota como la rectificación de un error; eso siempre está bien.