Opinió

Tiempos

Los tiempos en la política tienen su cocción particular, alejada seguramente de la sociedad civil. El establecimiento de prioridades condiciona los referentes y lo que puede aparentar urgencia para unos, bien puede relativizarse para otros en función de esas prioridades. Es probable que eso esté ocurriendo con respecto a la figura de la síndica de greuges de Terrassa. Isabel Marquès acabó a finales de 2014 su período como síndica de Terrassa. Realizó entonces unas recomendaciones al Ayuntamiento que podrían resumirse en la necesidad de dotar de mayores recursos económicos y humanos a la oficina del síndic y que aumentar la remuneración de éste, simbólica hasta ahora. Con unas elecciones en ciernes, el equipo de gobierno decidió proponer a Isabel Marquès una prórroga de un año para que la decisión sobre sus propuestas y sobre la renovación del cargo la tomase el equipo de gobierno que emanase de las urnas de mayo.

Pues bien, se celebraron las elecciones, se ha formado equipo de gobierno, ha pasado el año de prórroga que se solicitó entonces y todo parece indicar que se va a solicitar a Isabel Marquès que prorrogue por tres meses más su permanencia en el cargo hasta que se tome una decisión al respecto. La síndica ya ha anunciado que no desea continuar, por lo que se deberá tomar una decisión en torno a su sucesor.

Seguramente, la sustitución del síndic no sea una cuestión prioritaria si se enfrenta a otros importantes asuntos que debe gestionar el equipo de gobierno y, efectivamente, la urgencia pueda relativizarse. Pero aún conviniendo que pueda tratarse de un asunto menos urgente desde un punto de vista orgánico, no cabe duda de que resulta poco estético que el cargo de síndic se sitúe en un plano de provisionalidad por el que pueda pensarse que no se le da a esa figura la importancia que en otras ocasiones se ha dado.

No cabe duda de que las propuestas que puso sobre la mesa Isabel Marquès son de calado en torno a la sindicatura y que necesitan de un proceso de reflexión lento en el que deben participar todos los partidos con representación municipal y alcanzar un consenso. La cuestión está en si será necesario prorrogar más allá de los tres meses que se le han solicitado ahora a la síndica y en todo caso si es oportuno, cuando venimos de una prórroga de un año. Aunque sólo fuese por respeto a la persona y por deferencia a la excepcional trayectoria de Isabel Marquès como síndica de Terrassa, estaría bien cierta muestra de interés por solventar ya el asunto.

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