La policía municipal de Terrassa se ha mostrado favorable a la incorporación de cámaras a sus uniformes para gravar sus intervenciones y evitar así problemas de valoraciones subjetivas desde uno y otro lado del dispositivo sobre la aplicación de los protocolos policiales de actuación. La cámaras se instalaron en las comisarías de los mossos d’esquadra, no sin cierta polémica sobre si se trataba de un medida de transparencia o de desconfianza generalizada, para erradicar las denuncias sobre eventuales maltratos a detenidos en las salas de interrogatorio de los mossos de d’esquadra, cuerpo policial cuyos agentes portan esos dispositivos en determinados tipos de actuaciones. En Estados Unidos, durante los últimos años, han sido objeto de debate como consecuencia de desafortunadas acciones policiales y agentes de diversos estados las han incorporado ya a su cotidianidad.
Sobre las cámaras debe haber pros y contras. En favor de ellas, básicamente la transparencia de la intervención policial y en contra, seguramente, sólo se encontrarán argumentos de tipo económico, en relación al coste de las cámaras y especialmente al del almacenamiento de las imágenes. No obstante, es probable que lo que realmente generen sean muchas dudas sobre su uso en diversos sentidos que básicamente deberían resolverse en los protocolos de utilización.
En primer lugar se deberá establecer cuándo se debería activar y cuándo no; qué pasa si no se activa o si se activa cuando no es necesario y afecta a lugares de especial sensibilidad en torno a la privacidad. También deberíamos plantearnos, entre otras muchas cuestiones, el uso legal que debe darse a las grabaciones; el tiempo que deben almacenarse; dónde se almacenan; quién las custodia y quién puede o debe tener acceso a esas grabaciones y cómo garantizar el derecho a la intimidad de las personas que pudieran aparecer en las imágenes cuya presencia en el lugar no sea objeto de la acción policial.
Por otra parte, no estaría de más pensar en qué ocurre si un ciudadano exige a un agente que active la cámara si es el destinatario de una actuación policial. Y todo ello en una ciudad en la que la acción de la policía municipal no es objeto de excesivo debate y cuya única actividad polémica se refiere a la actuación de uno grupo determinado, sobre la necesidad del cual deberíamos reflexionar.
Quizás todo tendría que ser más fácil y el único debate el de modernizar la policía en todos los sentidos y acortar distancias con los ciudadanos.