El equipo de gobierno del Ayuntamiento y especialmente el alcalde tienen un marrón importante con la querella que un grupo de policías municipales ha presentado contra la concejal de la CUP, Maria Sirvent. La polémica no ha hecho más que empezar y se alargará en el tiempo. La CUP se desenvuelve como nadie en este tipo de situaciones, sobre todo en la movilización, máxime si se siente fuerte y recibe un amplio apoyo de partidos y entidades ciudadanas como está obteniendo desde que saltó la noticia a los medios.
El marrón del alcalde se centra precisamente en el posicionamiento del equipo de gobierno ante esta delicada tesitura. La película de los hechos es simple: Maria Sivernt critica duramente el modelo policial terrassense, en especial su grupo de intervención, contra el que algunas formaciones de izquierda y grupos de la izquierda alternativa terrassense han impulsado campañas para su supresión. Siguiendo con los hechos, un grupo de quince policías presentó hace pocas semanas una querella criminal contra la concejal por su intervención en el pleno, que recibe posteriormente el apoyo de organizaciones sindicales de la policía municipal. El equipo de gobierno, en el momento en que se hace pública la querella se ofrece a actuar de mediador entre las partes. Y he aquí el conflicto que se le avecina al Ayuntamiento. La CUP considera que el alcalde y sus concejales no pueden mantener una actitud neutra en un conflicto como este.
En realidad se trata de una cuestión de definición que incomoda y compromete al equipo de gobierno. Mostrar su apoyo a la concejal de la CUP es tanto como dar la espalda a sus funcionarios y apoyar abiertamente a su policía tampoco le deja en buen lugar dado el enorme apoyo que la CUP está recibiendo. La mediación es la menos mala de la posiciones por cuento mantiene una equidistancia que le compromete en menor medida. El problema es precisamente ése, que el equipo de gobierno es el responsable de su policía. Sin que esto quiera decir que pongamos en cuestión el modelo policial terrassense, es el que los gobiernos socialistas han instaurado y defendido en la ciudad desde 1979 y apoyar a la concejal Sirvent sería tanto como admitir que el modelo no es bueno y que no han hecho nada para cambiarlo. Y claro, la CUP lo sabe y su objetivo es sin duda, comprometer al alcalde. Habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos y de cuánta pedagogía es capaz el equipo de gobierno en este asunto.