Opinió

Medida prudente Riesgo

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Terrassa ha anunciado que presentará al pleno la propuesta de aumentar el precio de la tarjeta T-25 de autobús en 10 céntimos y congelar la T-Blanca y el billete sencillo. La media es prudente y sigue la tónica de la ATM, que según anunció el conseller Santi Vila la semana pasada, congela los precios de los títulos integrados de transporte público. Se trata de una medida prudente por parte del Ayuntamiento por cuanto no sólo el IPC ha sido negativo a lo largo del año, sino que el precio del combustible ha descendido notablemente. El aumento de los diez céntimos en la tarjeta T-25, la que más adquieren los terrassenses, aunque es de escasa entidad, tiene poca justificación partiendo de la argumentación anterior y lo ideal es que se hubiese congelado también.

Recordemos por otra parte que el servicio de autobuses de Terrassa tiene prorrogada su concesión, como consecuencia del concurso fallido que se llevó a cabo antes de las elecciones municipales. A lo largo del verano se ha producido cierta polémica entre los usuarios de los autobuses como consecuencia del encadenamiento de diversas averías en los autobuses de la ciudad que ponían de manifiesto un envejecimiento de la flota (hace pocos días se produjo el incendio fortuito de un coche mientras cubría un recorrido). El Ayuntamiento, que tiene pendiente la nueva concesión, estudia la renovación de la flota y valora la posible compra de vehículos eléctricos.

Un estudio en el que participa el RACC cataloga las carreteras de Castellar y de Matadepera como de alto riesgo. En ambas se registra una media superior a los tres accidentes mortales anuales. De todos los terrassenses es conocida la peligrosidad de esta carreteras, a la que se une la popularmente conocida como Autovía de La Bauma, la c-58, que después de muchas reivindicaciones está siendo sometida a reformas para rebajar la accidentalidad. La carretera de Matadepera ha registrado diversas intervenciones con la construcción de rotondas en los últimos años. Habrá que ver cómo afectan esas medidas a la accidentalidad, pero la de Castellar mantiene sus características de siempre.

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