Vivimos tiempos en los que los acontecimientos, graves o importantes, se suceden y acumulan a ritmo vertiginoso a nivel mundial y, a pesar de nuestra creciente capacidad para "encajarlos" mentalmente, hacen que buena parte de la población sienta cómo crecen los riesgos que nos acechan.
Nos cayó de forma abrupta la crisis financiera internacional, sin que aún hoy pueda alcanzarse a ver con claridad si ha hecho tambalearse el sistema financiero internacional, o terminará algún día no lejano liquidando EL SISTEMA (con mayúsculas) que incluye no sólo al sistema financiero, sino también todo nuestro sistema de vida y bienestar, y cuanto les rodea.
Que medio mundo pueda ser engañado por una de las primeras potencias industriales del planeta, como lo ha hecho la -hasta hace poco- prestigiosa Volkswagen, durante mucho tiempo, y sin que lo advirtieran los sistemas de inspección y control de ningún país, de entre los muchos que comercializan sus productos, parece cortar la respiración a cuantos se informan, de forma parecida a la que le produce la conducta de algún reputado político, cuando confiesa a sus parroquianos incondicionales que lleva toda su vida acumulando graves ilegalidades, mientras ha jugado a parecer modélico ante sus administrados.
A la corrupción generalizada, arte y parte de la crisis financiera, alimentada y prolongada por numerosas burbujas, habría que añadirle los graves fenómenos meteorológicos que confirman claramente el cambio climático en que estamos inmersos.
Y quizás los acontecimientos más graves lo constituyan la proliferación de amplias zonas conflictivas bélicamente, la expansión del terrorismo yihadista y el consiguiente desplazamiento de masas ingentes de refugiados, cuya atención y tratamiento pueden convulsionar a toda Europa.
Por el lado positivo deben tenerse en cuenta los grandes avances logrados gracias a la informática y, últimamente, con la robótica, la primera con efectos positivos sobre la productividad, ya absorbidos (?) por el sistema, a diferencia del segundo que puede suponer una revolución sin precedentes en los próximos años y que incluso obligue a plantear nuevas formas de organizar y distribuir trabajo, ocio y quizás incluso la organización de la vida familiar.
Los ya constantes excedentes de mano de obra que padecemos, mucho más en unos países que otros, junto a la continua prolongación de la vida del ser humano, se verán complicados por la paulatina robotización de muchas actividades, sistema que, al requerir fuertes inversiones, proporcionará ventajas adicionales a los países que ya cuentan con una alta productividad y superávits o economías saneadas, con las que financiar esas inversiones, frente a los que nos encontramos en la situación inversa, tanto en balanza comercial como en endeudamiento.