Esto acabará mal. El final de la concesión del suministro del agua en Terrassa no tiene buena pinta. Se cuestiona el modelo, se cuestiona el flujo de información, se cuestiona la concesión misma… falta un año y no se sabe todavía qué de cisión se va a tomar. Todo parece indicar que habrá una prórroga porque los días pasan se llegará al 1 de enero de 2017 y alguien deberá encargarse de que el agua llegue a los grifos terrassenses.
Ahora se dice que Mina ha ralentizado en los últimos meses el ritmo con que transmite al Ayuntamiento la información que los técnicos solicitan, esencial para tener los elementos de juicio que se necesitan para decidir sobre el futuro modelo de gestión. El propio comisionado, Joan Gaya, advirtió hace poco a los responsables de Mina que la información pertenece al titular de la concesión y que se debe facilitar con celeridad. Habría que saber qué se opina en Mina sobre esa titularidad, pero esa ese es otro tema que seguro que saldrá en su momento. Ahora de lo que se trata es de que el 31 de diciembre de 2016 acaba la concesión y hay que decidir si se mantiene una gestión privada del suministro a través de una concesión, con lo que se tendría que convocar un nuevo concurso; si es posible la opción de la fórmula mixta, creando una empresa con participación municipal y la gestión técnica de una empresa privada o se opta por la municipalización del servicio.
No se trata ya de analizar cuál de ellas es la mejor opción, sino de estar en disposición de tomar la decisión y según el comisionado eso es en estos momentos del todo imposible. Si el problema es Mina, pues habrá que requerirle, pero de todos modos, que se haya reducido el ritmo en los últimos cuatro meses no es el problema, si en 2001 se firmó el convenio mediante el cual debía llevarse a cabo un cierre pacífico de la concesión. Si en 14 años no se ha conseguido la información necesaria, el problema no sólo lo plantea Mina, sino también el Ayuntamiento y sus alcaldes, los responsables de todo, que han tenido concejales del ramo del PSC, de Iniciativa Per Catalunya y de Esquerra Republicana.
Si en 14 años el Ayuntamiento no se ha hecho una idea de lo que ha de ser el futuro del suministro del agua, qué conocimiento va a tener la ciudadanía para participar en un referéndum sobre el tema. Recordemos que el alcalde dijo referéndum, porque ahora ya se habla de encuesta. La participación sería elevadísima si se hiciera una consulta sobre el sabor del agua; todos lo tendríamos claro.