Opinió

Se habla de la independencia y se olvida lo importante

Acabamos de conocer el anuncio de los hospitales y clínicas concertados de Catalunya donde alertan de que no podrán pagar las nóminas de sus trabajadores correspondientes al mes de noviembre, pocos días después de que la Generalitat comunicase a las farmacias catalanas que ya no tiene dinero para pagar fármacos. Estas dos preocupantes y gravísimas noticias llegan a la opinión pública al mismo tiempo que se produce el debate de investidura del President de la Generalitat en el Parlament de Catalunya. Este panorama es un triste reflejo de la situación que estamos viviendo ahora mismo en Catalunya: mucho ruido mediático en la televisión sobre la independencia y otros asuntos que poco afectan en el día a día a los catalanes -como una "declaración" del Parlament que aún no sabemos muy bien para qué sirve-, y situaciones reales que se viven a pie de calle sin que los que deben poner solución ni siquiera se preocupen en dedicar tiempo a lo que ellos consideran secundario.

Se hace difícil elegir los adjetivos con la pretensión de describir esta situación para una persona, un joven como yo en este caso, que observa atónito como los medios de comunicación siguen el juego a estas élites políticas que, para evitar salir al ruedo y afrontar los problemas de la gente con nombre y apellidos, se esconden en sus escaños o sus despachos de la Generalitat para debatir las comas de una propuesta de resolución sin ningún recorrido político (el Tribunal Constitucional la suspende al día siguiente), ni mucho menos jurídico (una propuesta de resolución no tiene efectos jurídicos).

Desde que ha comenzado esta legislatura sólo hemos podido ver cómo un partido político (en el Parlament hay siete) ha salido de la Ciutadella con la intención de acercarse a esos ciudadanos que están teniendo serias dificultades y que con desazón observan cómo quienes tienen mayoría para poder poner un poco de luz a sus problemas deciden tirar por una vía de escape. Dos días después de constituirse el Parlament varios diputados del PSC se reunían con miembros de la Mesa del Tercer Sector cuyo presidente reclamaba a los políticos que fueron elegidos el pasado 27 de septiembre que se pongan manos a la obra para impulsar aquellas medidas de carácter social que no impliquen un coste económico, como por ejemplo la elaboración de un censo para personas con necesidades de vivienda. En otra ocasión, el líder de este mismo partido, Miquel Iceta, después de reunirse con el comité de empresa de Seat en Catalunya, pedía la creación de un grupo de trabajo urgente sobre la situación de la empresa con sede en Martorell entre el Ministerio de Industria, la Generalitat y los sindicatos y una comisión de estudio en el Parlament sobre el sector de la automoción. De esto se trata, señores "políticos despistados". De prestar atención (y en su caso, poner solución) a los problemas reales y urgentes que afectan a nuestro día a día. Es para esto para lo que os han elegido; para jugar al quién es quién en "Borgen" (serie de televisión danesa) ya tendréis tiempo.

Mientras vivimos el esperpento político que protagonizan tres fuerzas políticas (CDC, ERC y la CUP), repleto de reproches entre unos y otros, donde el humo es la gran arma que tienen para desviar la atención de los temas que realmente nos preocupan a los catalanes, en la calle nos topamos con la realidad del día a día, aquélla que Romeva, Mas y compañía quieren evitar escondiéndose bajo una estelada. Y es que es así y tenemos que decirlo bien claro: mientras hablamos de la independencia, nos olvidamos de lo que sí importa.

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