El presidente de la República Francesa, François Hollande, declaró ayer que Francia está en guerra; el primer ministro, Manuel Valls, ha insistido a lo largo del fin de semana que el ataque a París de la noche del viernes no será el último y que Francia debe prepararse para una situación difícil. La reacción del ejecutivo francés fue inmediata y un día después de los atentados, aviones franceses bombardearon Raqqa, bastión yihadista en Siria, destruyendo objetivos que ya tenían localizados y contra los que la coalición internacional no había actuado hasta ahora.
El problema es que las guerras no se pueden ganar sin aviación, pero las gana la infantería. Por tanto, ha llegado el momento en Occidente de tomar decisiones de verdad sobre lo que se debe hacer en el avispero sirio. Hasta ahora, la guerra siria quedaba lejos y el mayor problema que había causado a Europa era la llegada ingente de refugiados que se juegan la vida en el camino, pero el conflicto estaba lejos. El frente de batalla ha llegado una vez más al corazón de Europa. Lo de Charlie Hebdó fue sólo un aviso. A partir de ahora, cualquier ciudad puede convertirse en una trinchera como ocurrió el viernes en París. La incógnita está en qué papel va a jugar la geopolítica a partir de ahora; cómo se van a gestionar la acción militar en Oriente Próximo y los equilibrios de poder entre las potencias que apoyan al gobierno de Siria y las que apoyan a las fuerzas opositoras y cómo se van a coordinar ambas partes en su cruzada contra el ISIS. No perdamos de vista que las acciones que se han llevado a cabo en el mundo árabe han dejado estados fallidos en Irán y Libia y un extremismo en cuarto creciente. Por ello, lo más importante será ver qué va a ser de la zona si se consigue doblegar al yihadismo sobre el terreno, cosa, por otra parte, que, visto lo visto, no garantizaría una victoria total contra los extremistas en el mundo.
La yihad, fuera de Siria e Iraq, no es una guerra convencional, no lo es al menos desde los atentados contra las Torres Gemelas, los de Madrid o los de Londres. París es una batalla más que pondrá en cuestión una vez más cuál debe ser el lugar de Europa en el mundo, qué papel militar debe jugar la Unión Europea en la geopolítica mundial, cuál debe ser el de la OTAN, las fronteras… En estos momentos sólo hay incógnitas sobre el papel y lo que es más grave, es la propia Europa la que tiene en juego su futuro.