Opinió

Participar

La participación es la esencia de la democracia y paradójicamente es al mismo tiempo su asignatura pendiente. Dónde está el punto de equilibro entre la facultad y la obligación de gobernar y el derecho de la ciudadanía a participar del gobierno. Es francamente complejo. Se han intentado fórmulas de diverso signo, incluso se llevaron a cabo procesos participativos en torno a los presupuestos municipales. No entraremos a analizar los resultados, sólo decir que uno de los proyectos que resultaron de la participación popular fue una zona para skaters que nunca vio la luz y eso lo sabe bien el alcalde Ballart puesto que él, entonces concejal, dirigió el proceso.

Entonces, dónde se sitúa el listón de la participación ciudadana, en la asamblea como hace lisa y llanamente la CUP o pretenden no sabe hasta qué punto otras formaciones emergentes o nos quedamos en el voto cada cuatro años y esporádicas intervenciones de las entidades en los plenos municipales. Es más que probable que exista un lugar de encuentro, pero no se da con la fórmula.

Pero el problema es precisamente que se nos llene la boca de participación, de que se generen expectativas, como con el skate park y luego no se cumplan. La frustración es un problema y precisamente la frustración es lo que mueve a las entidades en la polémica que se ha suscitado y por el que algunas de ellas solicitan que se suspenda “sine die” la constitución de los consejos de distrito que debió llevarse a cabo el lunes e impidió la lluvia (la versión oficial es que la suspensión se llevó a cabo debido a la alerta por lluvias torrenciales).

En el anterior mandato se inició un proceso participativo para elaborar un reglamento de participación ciudadana. Se convocó a personas y entidades que acudieron a la llamada y aportaron ideas e iniciativas. Parece ser que los partidos políticos que tomaban parte no se pusieron finalmente de acuerdo y el reglamento, como suele ocurrir, se quedó en un cajón. Eso es un problema. No se puede hacer de Capitán Marañas, embarcar a la tripulación y quedarse en tierra. Eso, como decíamos, genera frustración y, en relación a la política en general y a la participación ciudadana en particular, es lo peor que puede ocurrir. Ejemplos de este tipo ha habido muchos y seguramente habrán. Se dice que la mejor forma de que se olvide un asunto es creando una comisión de estudio. La ventaja con respecto a los procesos participativos es que no molestas a nadie.

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