EL lunes hay comisión informativa de las ordenanzas fiscales. Podría decirse que empieza oficialmente el mandato en el Ayuntamiento de Terrassa. Desde la constitución del consistorio el pasado 13 de junio han pasado nada menos que cuatro meses que han servido para el aterrizaje de políticos y para organizar los cambios en el organigrama técnico de los distintos departamentos. En ese sentido y a modo de paréntesis, quizás sería bueno que al inicio de los mandatos se hiciesen públicos los cambios y su justificación, esencialmente de los de alta cualificación. Existe una especie de leyenda urbana que dice que después de cada elección se producen movimientos internos que provocan un aumento de la partida del Capítulo 1: incorporaciones, ascensos y “deportaciones al gulag”. La transparencia permitiría desfacer el entuerto. O no. En todo caso, esa es otra cuestión.
El asunto de mayor calado político que se ha tratado hasta ahora en la sala de plenos ha sido la adhesión a la Associació de Municipis per la Independència y se trató del peaje que debía pagar el PSC por fortalecer su gobierno con los tres concejales de CDC. Ahora hay que empezar a gobernar y cuando decimos eso no sólo hablamos del equipo de gobierno que lidera el alcalde Jordi Ballart, estamos hablando del consistorio en pleno.
La composición del Ayuntamiento obliga a la negociación y al consenso. Ahora que tan de moda están los mandatos democráticos, es precisamente ese, el de la responsabilidad, el que recibieron los partidos terrassenses que se presentaron a la últimas elecciones municipales. No es sólo cosa de dos sino de siete puesto que PSC y Convergència no pueden decidir por si mismos. Por tanto, es el momento de la política y no hay decisiones de mayor contenido político durante un mandato que las que tienen que ver con la aprobación de las ordenanzas y de los presupuestos municipales.
El concejal del ramo, Alfredo Vega, es la figura sobre la que pivotará la negociación. Pese a ser hombre de diálogo y curtido en llevar las cuentas del Ayuntamiento (con rigor por lo visto en el anterior mandato) no lo tendrá fácil. Pra empezar, tendrá tres millones y medio menos de euros para empezar el año. Para cubtrir el presupuesto deberá subir impuestos y entonces se producirá el desencuentro al que en ocasiones se condenan el posibilismo y el idealismo. El reto de todos es hallar un lugar común.