Alguien se preguntaba esta semana cómo se puede hablar de recuperación económica cuando el paro en España supera el 20 por ciento. Nadie va a negar que los indicadores hablan de recuperación, de crecimiento, de importante actividad económica en los sectores financiero, industrial, inmobiliario, energético, etcétera, pero, al menos por el momento, no parece que exista una relación directa entre esa realidad macroeconómica y la que viven muchas familias.
Desde 2013 se han creado más de un millón de puestos de trabajo, pero todos los analistas insisten en que ha sido a costa de mucho sacrificio, de empleo precario y que los ajustes de las empresas han afectado enormemente a los sueldos de los trabajadores que han tenido la suerte de mantener sus empleos. Esa realidad dual de la economía española genera desconcierto.
Ante las perspectivas de crecimiento económico de 2015, que podrían superar el tres por ciento del PIB hay otras que las contradicen o al menos se oponen al optimismo que aquellas generan, como es el caso del aumento de las becas comedor en las escuelas, la atención a familias necesitadas o que el 45,7 por ciento de los parados en la comarca no recibe prestación. De la misma forma, los llamados economistas apocalípticos vaticinan un empeoramiento desastroso de la economía como consecuencia, dicen, de la deuda externa en un fenómeno parecido al de la crisis: se pide mucho dinero en el exterior y no se invierte de forma productiva. Sí, desconcertante todo.
Soledad
Según una encuesta realizada en Terrassa, los principales temores de las personas mayores es el deterioro físico y la soledad. Estamos asistiendo a una inversión de la pirámide de edad. España es el país de la Unión europea con una mayor esperanza de vida. Ese dato debería hacernos sentir bien, pero no sólo se trata de envejecer, sino de hacerlo con dignidad, con buena calidad de vida. La soledad no deseada genera aislamiento y se convierte en un factor de riesgo incluso físico. Estamos probablemente ante un síntoma de nuevos valores en la sociedad en la que los mayores pierden peso específico.