Opinió

Carta a un/a votante

Por la Diada un millón y medio de personas nos manifestamos a favor de la independencia de Catalunya, por 4.º año consecutivo; quizás tú estabas allí. El próximo domingo 27 votaremos a favor o en contra de ella. Tú, con tu voto, también lo decidirás. Quizás te preguntes cómo hemos llegado a esta situación; yo hace tiempo que me lo pregunté y escribí lo que sigue.

Catalunya ha sido tierra de acogida, de trabajo y de oportunidades. Todos hemos contribuido a su progreso. Catalunya es el motor industrial de España, y también es la avanzadilla de las libertades sociales y culturales, una sociedad abierta, plural, pactista. España debería estar muy contenta con esta Catalunya tan trabajadora y dialogante, pero lo demuestra muy poco. Llevamos dos siglos intentando encajar Catalunya en España, pero no hay manera.

En el siglo XIX aportamos el federalismo pero España no tenía, ni tiene, federalistas. A principios del XX probamos con la Mancomunidad de Catalunya, pero Primo de Rivera la terminó de golpe. Con la República aprobamos un Estatuto de Autonomía, que Franco mató. Con la democracia aprobamos dos estatutos, pero los gobiernos españoles los han dejado en agua de borrajas, laminando nuestras competencias en sanidad, en educación, en asistencia social, en dependencia, en transporte, etcétera. Aún en 2012 Mas propuso un pacto fiscal "in extremis". La respuesta fue "ni hablar", mandarlo al Tribunal Constitucional y presentarle una querella. ¡Jolín, qué dialogantes!

La crisis económica golpea más a Catalu-nya que al resto de España, porque aquí hay más industrias que allí, y allí hay más funcionarios que aquí. Y encima se quedan 16.000 millones de euros de nuestros impuestos cada año, que no vuelven jamás. Esto no es "solidaridad", esto es un expolio fiscal con todas las letras; es una barbaridad de dinero que mengua la economía de las familias catalanas, de todas ellas, hablen la lengua que hablen, hayan nacido allí o aquí: ¡todas igual de pobres! Por no hablar de infraestructuras. Cuando hay sequía nos quedamos sin agua; cuando llueve nos quedamos sin electricidad, o nos inundamos. En Catalunya las autopistas son de pago mientras que en España son gratuitas porque paga el Estado. El mismo Estado que construye aeropuertos sin aviones y trenes de Alta Velocidad sin viajeros, mientras que aquí la Renfe se cae de pura vieja, con averías diarias. La razón de todo ello es simple: Madrid está a 650 km de nuestros hogares y, como dice el bolero, "la distancia es el olvido".

No se trata de retórica. Entidades solventes, no partidistas, han demostrado que con los 16.000 millones de euros que España nos quita cada año podríamos modernizar y construir todas las carreteras y líneas de ferrocarril que Catalunya tiene planteadas. La sanidad, la enseñanza, la asistencia social, la dependencia, las becas, la investigación, etcétera, no sólo no verían comprometido su futuro sino que podrían ampliarse. Pagaríamos menos impuestos, con lo que la renta media por familia catalana subiría en unos 7.600 euros de más al año, y la pensión media aumentaría en unos 2.500 euros de más al año. ¿Te lo imaginas?

También queremos construir un país con reglas políticas nuevas, más democráticas, con listas abiertas y circunscripciones electorales más pequeñas, en las que los electores puedan conocer a su diputado. Con limitación de mandatos. Un país en donde la justicia actúe rápidamente, tanto en los casos públicos como en los privados. Un Estado propio que fomente la creación de riqueza y que esta riqueza llegue en forma de bienestar social a todos sus ciudadanos, con igualdad de derechos pero también de obligaciones. Una nación unida a Europa, como las once naciones que han nacido en Europa en estos últimos veinticinco años.

Luchamos por nuestro bienestar y por la regeneración democrática, pero también por dignidad, para ser tratados con dignidad y respeto. No es de recibo que este Estado, al que mantenemos con nuestros impuestos, nos amenace, nos insulte, nos meta miedo, nos difame, se invente dossiers falsos, utilice al ejército para amedrentarnos. Esperamos, yo espero, vivir algún día en un Estado que garantice que quien llama a las cinco de la mañana no es la policía.

Después de haberlo probado todo ("no" al Estatuto, "no" al pacto fiscal, "no" a la consulta), a los ciudadanos de Catalunya sólo nos queda el camino de la independencia. Este movimiento de independencia, de regeneración política y de dignidad es imparable, y la actual crisis económica ha agudizado su necesidad. Muchos estamos convencidos de que la independencia de Catalunya es la solución definitiva para garantizar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Puede que sea ahora o dentro de unos años, pero llegará, seguro que llegará porque no hay otra: o nos convertimos en ciudadanos libres con capacidad para decidir sobre nuestro bienestar o continuaremos siendo súbditos de un Estado que nos maltrata.

Ésta es mi experiencia, ésta es mi opinión. Si coincide con la tuya lo celebro. Si no coincide, sólo te pido que la medites unos minutos. Sea como sea, gracias por tu atención y un abrazo.

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