El próximo día 28 de noviembre de 2015, hará 9 años que José Montilla tomó posesión como 128.º President de la Generalitat de Catalunya. Quizás queden lejos de la memoria las palabras con las que el President Montilla advertía del crecimiento irreversible de la desafección política de la ciudadanía catalana hacia el Estado español. Así pues, el 27-S podría ser la evidencia, tanto de la visión acertada de un estadista poco carismático como de la miopía política que han sufrido los distintos gobiernos de España respecto a Catalunya, especialmente durante la última década.
Si se quiere respetar escrupulosamente la legalidad española, el 27-S es la única forma democrática de referéndum de independencia posible en Catalunya. El respeto a la legislación española dará legitimidad internacional al proceso de independencia, siempre y cuando la ciudadanía otorgue una mayoría absoluta incontestable, a la suma de las dos fuerzas políticas que defienden el "sí", la CUP y la coalición Junts pel Sí, donde se integran organizaciones de la sociedad civil, intelectuales, artistas, CDC, ERC y ex miembros de UDC, PSC, ICV y EUiA.
Al otro lado de la balanza, se posicionan los partidos políticos con representación parlamentaria contrarios al proceso de independencia, es decir, UDC, PSC, PP y C’s. De las filas de la derecha, ha surgido la propuesta de hacer frente común en la defensa del "no", pero el PSC ya ha rechazado esta idea. UDC está por definir.
Aparentemente, la coalición de izquierdas conformada por ICV-EUiA y Podemos, Catalunya Sí es Pot, es la única formación política que considera que el 27-S será una convocatoria electoral ordinaria, en lugar de una jornada histórica.
En base a la coherencia de su ideología soberanista, no independentista, consideraría más lógico que Catalunya Sí es Pot apoyase un "sí" a la independencia, con el compromiso de convocar un referéndum sobre una posible confederación entre el Reino de España y la República Catalana, negociada desde la soberanía y, por tanto, de igual a igual.
En las redes sociales, periódicos, bibliotecas y librerías, hay suficiente información apoyando la opción del "sí" y también la del "no". Pienso que la ciudadanía catalana la debería contrastar, antes de decidir el sentido del voto o la abstención. No obstante, la viabilidad económica y social de una Catalunya independiente parece estar más que demostrada por prestigiosos estudios europeos y norteamericanos.
Las únicas razones que justificarían votar "no" a la independencia de Catalunya, más que de carácter socioeconómico, serían de naturaleza identitaria. Por poner un ejemplo: la ciudadanía de Catalunya aporta al Estado español el 75% del coste de las pensiones, que se pagan en toda España, mientras 2 millones de personas viven en la pobreza, de los 7,5 millones de ciudadanos de Catalunya.
El 27-S es una oportunidad democrática, legítima, pacífica y revolucionaria, para construir una República Catalana que blinde los cuatro pilares del Estado del Bienestar: educación y sanidad públicas, vivienda y prestaciones sociales.