El mercado laboral terrassense se ha instalado definitivamente en el optimismo. Tiene razones para ello. En julio, el número de parados disminuyó en 441 personas. Es una cantidad importante, pero sobre todo es la confirmación de una tendencia que parece no tener marcha atrás. Tras el mes de julio, la ciudad ha encadenado diez meses de reducción de la cifra de personas que están inscritas en el Servei d’Ocupació de Catalunya. Lo cierto es que en los últimos tres meses ha menguado en 1.443 el número de parados en Terrassa. Todo ello se ha traducido en que la tasa de desempleados con respecto a la población activa ha caído por debajo del 19 por ciento.
Indudablemente, cuando en la ciudad hay 19.159 personas que no tienen ocupación, cada una de ellas con su drama particular, no se puede sacar pecho de esta situación, pero tampoco se debe obviar la recuperación de la ocupabilidad. Tradicionalmente, Terrassa siempre ha contado con una elevada tasa de paro estructural, que con la llegada de la crisis, especialmente en el ámbito de la construcción, deparó unas cifras realmente astronómicas. Poco a poco, mes a mes, estos datos se han ido limando y al finalizar el mes de julio se ha alcanzado la cifra más baja de desempleo en la ciudad desde noviembre de 2009. Han sido necesarios casi seis años para digerir una situación tremenda. Durante este período de tiempo muchas personas se han tenido que reciclar, cambiar de trabajo y un buen grupo, especialmente los empleados extranjeros, han decidido regresar a sus países de origen por la inestabilidad del mercado laboral.
Nadie puede negar que esta crisis económica salvaje ha provocado que se establezca un nuevo marco en las relaciones entre los trabajadores y las empresas. Muchos empleados han salvado su ocupación a costa de importantes ajustes horarios y económicos.
Una vez más, lo más importante en estos momentos es recuperar el máximo de puestos de trabajo para aliviar a una sociedad que ha sufrido con crudeza esta travesía económica por el desierto. Pero también es fundamental la calidad de esta ocupación, especialmente en términos de estabilidad. En materia laboral no se pueden dar pasos hacia atrás y aunque es cierto que las empresas se han transformado y que buscan disponer de plantillas flexibles para adaptarse en cada momento a la situación de demanda, estas plantillas deben recuperar unas condiciones que con la crisis se han perdido en demasiados casos.