Lo que días antes de la constitución del Ayuntamiento era para Miquel Sàmper política ficción va tomando forma. No es otra cosa que el pacto del PSC con CiU para formar equipo de gobierno, un acuerdo al que se llegó antes de la constitución del Ayuntamiento y que, insistimos, incluye la tenencia de alcaldía de Promoción Económica para Miquel Sàmper y sendas carteras para Daniel Nart y Meritxell Lluís, los otros dos concejales de CiU. La versión oficial, de la que forman parte los constantes ofrecimientos tanto del alcalde como del portavoz municipal del PSC, es que el pacto se está negociando y que en pocos días se acabará de concretar. En realidad, lo que se tiene que concretar es el momento de oficializarlo.
El alcalde tiene interés en llevar el pacto al próximo pleno y dentro de Convergència hay disparidad de criterios: hay quien ya estaría en el equipo de gobierno y hay quien prefiere marcar los tiempos para que no parezca que CiU está ansiosa. De todas formas, la sintonía mostrada en el primer pleno del mandato alimenta la corriente de opinión generalizada que intuye el absoluto acuerdo de ambas formaciones políticas y es esa misma actitud la que empieza a convertir en urgente que el pacto vea la luz.
En realidad, ambos partidos se necesitan. El pacto es un “quid pro quo”. Por una parte, el PSC ha reconocido, y tiene razón, que una ciudad como Terrassa no puede permitirse un gobierno con tan sólo nueve concejales que se reparten todas las áreas. El acuerdo con CiU permite, aun manteniendo la minoría, dar fortaleza y estabilidad al gobierno de la ciudad y restar músculo, que no todo, al frente formado por TeC, ERC y CUP. En el otro lado están Ciutadans, cuya evolución deberemos tener en cuenta, y PP, que estará junto al equipo de gobierno en los grandes asuntos de ciudad. El alcalde Ballart está obligado a tener la cintura necesaria para buscar acuerdos puntuales a un lado y otro de la sala de plenos.
Por su parte, CiU ya puso en su hoja de ruta la posibilidad de un acuerdo con el PSC antes incluso del inicio de la campaña y por tanto antes de saber el descalabro que iba a sufrir en las municipales. Los malos resultados han reforzado la idea de que un pacto con el PSC podía ser positivo para la formación, dado que es buen momento de demostrar en la ciudad que CiU es un partido de gobierno. Con tres concejales tiene poco que perder, al contrario, es buena forma de rentabilizar su ahora escasa presencia en el pleno.