Opinió

Incruento

Lo que se preveía una tortura para el equipo de gobierno, claramente en minoría con nueve concejales, se tornó en un paseo, si no plácido, sí incruento, puesto que el equipo de gobierno ganó todas las cuestiones que se sometieron a votación. Un castizo diría, refiriéndose a la oposición, formada claramente por Terrassa en Comú, Esquerra Republicana y CUP y a ratos PP, aquello de "la primera, en la frente", pero podría malinterpretarse y entenderse que tras la frase hecha existe un cierto regusto de satisfacción y no es eso.

El pleno del jueves, el primer pleno municipal del mandato, respondió a la expectación creada. Fue intenso e interesante por cuanto bastaron las primeras intervenciones para comprobar el fondo y la forma de las diferentes formaciones en el foro político por excelencia de la ciudad. Matilla (TeC) estuvo serio y contundente; Albert (ERC), brillante; Sirvent (CUP), un soplo de aire fresco en el pleno y Turmo (PP), muy solo, pero como siempre, riguroso y preciso. Dará juego el pleno este mandato.

Especialmente previsible fue el papel de CiU, condescendiente y seguidista con el PSC; no apto para diabéticos. Por mucho que se intente pasar de puntillas por la cuestión del pacto con el PSC, el comentario más generalizado tras la sesión plenaria del jueves es que el acuerdo está más que atado y, como decíamos no hace mucho, se está buscando el momento adecuado para oficializarlo y formalizar la entrada en el gobierno del partido que lidera Miquel Sàmper. De hecho, todo está preparado para ello.

No tan previsible, pero muy esperada, era la postura que iba a tomar Ciutadans y, efectivamente, tendrá mucho que decir en este mandato puesto que de la formación de Javier González dependerá el resultado de muchas de las votaciones. Se pudo comprobar en una de ellas, la de los sueldos, que su abstención provocó un empate que se dilucidó con el voto de calidad del alcalde. Fue la única vez que no se alineó directamente con el PSC, pero el riesgo estaba controlado. González habla de una oposición constructiva y con un tono mucho más relajado y menos áspero que en campaña, no sólo se esfuerza por sintonizar con el PSC, sino que tiende abiertamente su mano al equipo de gobierno.

Es francamente curioso ver cómo CiU y Ciutadans, enemigos íntimos en Catalunya, votan de forma tan coordinada y coincidente en el pleno terrassense; estar en un mismo equipo de Gobierno sería realmente asombroso.

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