Cuando se dan situaciones como las generadas entre Convergencia Democràtica y Unió Democràtica de Catalunya lo primer que se puede pensar es que existe un diseño preconcebido y que está ocurriendo lo que debe ocurrir o lo que se ha decidido que debe ocurrir. En esta ocasión, la percepción no es exactamente esa y la sensación es que se está improvisando sin tener plena conciencia de las consecuencias que la ruptura puede tener para ambos partidos e incluso para el proceso soberanista.
En ese sentido, es cierto, tal como se esgrime desde Convergència Democràtica, que, dada la firme posición tomada por el President Mas, era cuestión de tiempo que Unió debiera definirse claramente sobre su postura ante la hoja de ruta independentista. Un día u otro debía ocurrir lo que ha ocurrido, pero ahora hay que digerirlo. Unió está evidentemente dividida y de la misma forma que lo demostraron sus militantes en la votación de la rocambolesca pregunta del pasado fin de semana, lo están sus simpatizantes.
En Terrassa, por ejemplo, la balanza entre la militancia se inclina hacia el sector soberanista y la relación con Convergència, ha sido históricamente buena o quizás muy buena, aunque parece que hay quien hubiese deseado una mejor posición en las listas de las municipales. En todo caso, en Terrassa, la relación es excelente y la militancia de Unió es mayoritariamente independentista. Pero hay otros lugares donde se da el caso contrario.
Ante la situación se abren diferentes incógnitas. La primera y a ella sólo podrá responder el tiempo, es cómo afectará esta situación al “procés”. La segunda es cómo afectará a Convergència y la tercera es cómo afectará a Unió. Los consellers del Govern se han ido, pero qué pasará con los concejales de Unió en los ayuntamientos en los que gobierne Convergència y qué ocurrirá con los concejales de Convergència en los ayuntamientos en los que gobierna Unió, como es el de Matadepera. Una salida de regidores convergentes dejaría a la alcaldesa Mireia Solsona en minoría.
Por otra parte, cómo se va a reordenar la vida de Unió Democràtica de Catalunya. Habrá que ver si se va a desatar una pugna por las siglas, es decir, si serán el sector de Duran y Espadaler los que mantengan las riendas del partido o se convocará un congreso extraordinario en el que definitivamente resulté una UDC con una sola alma. En cualquier caso, como se diría aquí, “mala peça al teler”, o no.