Opinió

Elecciones y recuperación

Los resultados de las recientes elecciones, tanto autonómicas como municipales, han sorprendido relativamente poco, excepción hecha de los propios partidos que ven, un tanto incrédulamente, cómo se hunde su barco.

La ciudadanía “cabreada” ha visto llegado el momento de ratificar su ira contra unos gobernantes corruptos, que nos ahogan a impuestos, mientras mantienen sus privilegios y que han ido con la mentira por delante en demasiadas ocasiones.

Lo grave, siendo ello necesario, es que, ante la generalización de los defectos en casi todo el arco parlamentario anterior, son pocos los votantes vengativos capaces de analizar la situación creada tras su desahogo.

El voto es la única arma legal de que dispone el ciudadano para premiar o castigar a los políticos y, en esta ocasión, eran muchos los motivos acumulados durante años para que no tuviese un reflejo claro en los resultados.

La dispersión y variedad de criterios entre los partidos que se verán obligados a pactar serán tan claras que se pueden prever problemas no sólo en las negociaciones que han iniciado, sino en la toma de decisiones posteriores.

Los programas de la mayoría de los partidos que se terminarán haciendo con buena parte de comunidades autónomas y grandes ayuntamientos no son del agrado ni de inversores nacionales ni de los extranjeros; por otra parte, las complicaciones que le surgen cada día al inmovilista señor Rajoy se van agrandando por momentos, y tanto para la renovación necesaria en el partido del gobierno como las decisiones que vayan tomando los nuevos partidos, o la “algarabía” general que podemos vivir de aquí a las generales, pueden dar al traste con buena parte de la incipiente recuperación iniciada. En un momento en que la situación de las finanzas públicas está mal y sigue empeorando, a pesar de que la actuación del Banco Central Europeo nos facilite un ahorro anual en intereses de en torno 30.000 millones de euros, pero el gasto público no se ajusta y, previsiblemente, los partidos entrantes lo incrementarán, no sólo con mayores atenciones sociales (algunas necesarias), sino con fuertes incrementos en funcionarios públicos y nuevos conceptos de gasto.

Habrá que estar atentos a la evolución de los acontecimientos, pues es de temer que las ganas de venganza demostradas por el electorado reboten contra nuestro propio trasero a no muy largo plazo.

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