Opinió

Comida

Con qué distancia se observábamos hace algunos años a las ONG que intentaban llevar a cabo proyectos de cooperación en el Tercer Mundo. Mirábamos a los países pobres de la Tierra con una cierta conmiseración, a veces displicente. Qué poco podíamos imaginar que la pobreza entendida en toda su crudeza se iba a instalar en nuestras calles, iba a ser perceptible en nuestras aulas, en nuestro barrio, en nuestras propias familias. No hablamos ya de las familias que tienen problemas serios para llegar a final de mes, de los trabajadores considerados pobres que no pueden cubrir sus principales necesidades, ni de estadísticas de familias que no pueden permitirse pasar una semana de vacaciones al año, estamos hablando de la pobreza sin apellidos que afecta a un número cada vez más elevado de personas, de la pobreza que impide poner sobre la mesa un plato de comida cada día a unos niños.

Tenemos una obligación moral que va algo más allá de la solidaridad vecinal para intentar paliar la situación de necesidad de muchas personas en Terrassa, especialmente en lo que a comida se refiere y mañana y el sábado tenemos una oportunidad para echar una mano. La campaña “ajudan’s a omplir el Rebost” intentará, con la colaboración de treinta supermercados de la ciudad y de más de seiscientos voluntarios, garantizar las reservas de comida para asistir a las familias necesitadas, al menos hasta el próximo mes de octubre. Se necesitan 44 toneladas de comida y es seguro de que los terrassenses vamos a responder a esa llamada como lo hemos hecho en otras ocasiones.

Resulta sobrecogedor cuando se comprueba que en las peticiones de comida para llenar El Rebost aparecen como necesidades prioritarias cacao soluble, cereales para el desayuno o leche de bebé. Se habla de que más de dos millones de niños en España viven por debajo del umbral de la pobreza y un puñado de ellos está en Terrassa. Las cifras de la recuperación deberían recoger también que el veinte por ciento de la población está en riesgo de exclusión social o que más de 700 mil familias no tienen ningún ingreso o que son muchas más las que viven con menos de 600 euros al mes. Y sigue siendo la sociedad civil quien da respuesta a las necesidades de una parte de si misma mientras la administración sigue recortando y exhibiendo cifras de crecimiento que no alcanzan a todo el mundo. Llenaremos el Rebost.

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