La economía catalana ha crecido más en PIB y empleo que la media de la Unión Económica y Monetaria (UEM-12) europea de 2000 a 2017, pero ha redistribuido menos la riqueza, ya que no se ha traducido en una mejora del bienestar de las personas. Así se extrae del informe "La economía catalana en el siglo XXI. Balance (2000-2017) y perspectivas (2030)" realizado por la Cambra de Comerç de Barcelona, y que el director de Estudios Económicos del ente cameral, Joan-Ramon Rovira, presentó ayer.
El consejero delegado de Banc Sabadell, Jaume Guardiola, presidente la Mesa de Política Económica de esta cámara, participó en el acto y defendió el papel relevante de esta institución en la economía. "El rol de la cámara es muy importante. Es un reflejo del mundo económico catalán y un vehículo para transformar los esfuerzos del sector empresarial en aportaciones de valor para la sociedad", aseguró. En términos generales, Catalunya ha aumentado su peso en relación a los principales países de la zona euro, aunque no ha convergido en términos de productividad y valor agregado bruto (VAB), y se ha mantenido estable respecto al conjunto del Estado español.
El informe constata un estancamiento del poder adquisitivo de las familias desde el 2000 pese al crecimiento del PIB y el empleo en el periodo analizado, por lo que concluye que Catalunya debe crecer con más calidad.
Comparación
El informe compara la economía catalana con la UEM-12, dos países europeos (Austria y Dinamarca) y dos autonomías (Madrid y País Vasco), con todas las variables para determinar su peso económico cuantitativo y cualitativo en base a tres ejes: productividad, competitividad y equidad. Se constata que en el mismo periodo, el PIB por cápita a precios constantes ha crecido por debajo de la media europea y española, a la vez que el valor de la renta familiar disponible bruta por habitante (RFBD deflactada) está estancada desde el 2000.
Rovira explicó que el aumento de productividad en Catalunya se debe a la incorporación de progreso técnico con nuevos equipamientos pero especialmente a la reestructuración de tejido empresarial, con la destrucción de empleos debido a la crisis económica, lo que ha derivado en un crecimiento con altibajos del mercado de trabajo. En cambio, la inversión en I+D+i y en infraestructuras productivas ha perdido peso en relación al Producto Interior Bruto (PIB), mientras que Europa ha seguido un patrón uniforme. Según el análisis presentado ayer en Barcelona, el tejido empresarial catalán ha aumentado su dimensión después de la crisis, lo que ha impulsado la productividad, y se ha reducido considerablemente el endeudamiento del sector privado.