El profesor de Economía de la Universitat de Barcelona, Gonzalo Bernardos, es recordado en Terrassa porque pocos meses antes del estallido de la burbuja inmobiliaria en 2007, aseguró en un acto con empresarios del sector que la “fiesta se ha acabado” pronosticando y acertando así, de pleno, lo que poco después fue el hundimiento de la construcción. Bernardos regresó ayer a Terrassa como ponente en el foro que organiza anualmente la Assessoria Vallparadís en el restaurante Santa Margarida. Y vino a decir, en esta ocasión, todo lo contrario: que la fiesta ha vuelto a empezar y puede ser de las que se recuerden. “La que se va armar en Terrassa en términos inmobiliarios va a ser brutal. Ada Colau ha dicho que va a prohibir durante dos años la construcción de pisos nuevos en Barcelona. Sabadell ya está caro y el recorrido que queda es Terrassa”, aseguró este economista, muy popular por sus apariciones en los medios. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau decretará la semana que viene una suspensión de licencias para la construcción de pisos nuevos y grandes rehabilitaciones superiores a los 600 metros cuadrados. El punto de partida para aplicar una moratoria de un año, que podría prolongarse durante dos, es la comisión de Urbanismo que se celebrará el próximo lunes. Esta circunstancia en particular y en general porque la economía va bien y crece a ritmo de “expansión” prometen otro “círculo virtuoso” para el mercado inmobiliario terrassense, tanto que Bernardos, en su intervención, aconsejó a los presentes invertir en el sector y a “compra pisos ya”. Pero el buen momento de la economía no sólo será para el sector de la construcción. Porque si desde 2014, año en que empezó la recuperación, han pasado “cosas buenas” a nivel económico, en el “entorno nacional son mucho mejor las que van a venir”, dijo Gonzalo Bernardos.
Hasta el 2021 como mínimo
“Los crecimientos del PIB desde 2016 son superiores al 3% y eso significa que estamos en ritmo de expansión”, lo que seguirá como mínimo hasta el año 2021. Asimismo, la reducción del desempleo se hará a un “ritmo” espectacular y se situará en torno a una tasa del 10% ese año. Habrá cada vez más trabajo (se han creado en el entorno de medio millón de empleos anuales en los últimos ejercicios). Y la consecuencia de todo ello será que Catalunya y España volverán a vivir una ola migratoria. “En los próximos años, un montón de inmigrantes van a venir, con lo que la población crecerá. Actualmente, hay poca población joven y si hay trabajo, la inmigración vendrá”. Pero en parte será una inmigración más cualificada. En este punto, puso su mira en Venezuela que, debido a su crítica situación política e institucional, genera una “inmigración con mayor poder adquisitivo, emprendedora y con más estudios”. La buena situación económica se mantendrá “largo tiempo” porque, según Bernardos, la economía catalana y española se han transformado durante la crisis y ahora “somos un país muy competitivo”. Antes de 2017, cuando estalló la recesión, la visión exterior sobre España es que era un país de servicios (por el turismo) pero ahora la economía es fuertemente exportadora gracias a que las empresas supieron adaptarse. “En economía, Rajoy no hizo nada. Es el campeón de la suerte”.
El caso catalán
Y a modo de ejemplo se refirió a Catalunya y las consecuencias del “procés”. “En Catalunya, los políticos se han propuesto hundir la economía. Pero ésta es tan fuerte que rebota”, aseguró. ¿Qué hubiese pasado sin el clima conflictivo que vivió el país en los últimos meses de 2017?, se preguntó. “Catalunya creció más que España. En ese caso, tal vez se hubiera llegado a un crecimiento de hasta el 4% del PIB en 2017 (finalmente fue el 3,4%, frente al 3,1% español).
A nivel macroeconómico, España está mejor que nunca “de largo”. Sin embargo, esta expansión económica no está llegando a las familias y la riqueza se reparte de manera desigual. “Somos el país de la UE donde hay mayor desigualdad. Lo que ha pasado aquí no ocurrió ni en Portugal ni en Grecia. Allí durante la crisis les fue mal tanto a ricos como a pobres. En nuestro caso, ahora hay un 45% más de ciudadanos que tiene más de un millón de euros; y los salarios, en cambio, bajan”. Y eso es un asunto que puede tener sus consecuencia, porque el consumo de las familias es uno de los indicadores del PIB. Bernardos se refirió a las pensiones. Dijo que las subidas del 0,25% o más generosas, en consonancia con el IPC, son una cuestión “ideológica” porque el sistema es sostenible.