Los inspectores laborales ya exigen a las empresas que registren la jornada diaria de sus trabajadores, tras dos sentencias de la Audiencia Nacional que así lo reclaman. Esta nueva obligación, que tiene por objetivo llevar un control de las horas extras y que éstas no se enmascaren en la flexibilidad horaria (controlar el uso de los contratos a tiempo parcial) está generando gran inquietud en el mundo empresarial.
A modo de ejemplo, están los más de doscientos empresarios que asistieron a una jornada informativa sobre este asunto organizada por el Club Cecot de Recursos Humans y que tuvo como ponente a Maria Luz Bataller, directora general de la Inspecció de Treball de la Generalitat. El objetivo de la sesión, que tuvo momentos de tensión, fue conocer el ámbito y los criterios de actuación en relación a la instrucción aprobada a finales de 2016.
Esta instrucción prevé intensificar el control del cumplimiento de la normativa relacionada con el tiempo de trabajo y esto implica que todas las empresas deberán establecer los sistemas necesarios para controlar el tiempo real de dedicación de sus trabajadores, contabilizando de forma fehaciente las horas trabajadas, y de manera especial las horas extras. A partir de ahora, los inspectores de trabajo pedirán a las empresas en sus inspecciones el registro de la jornada diaria de su personal. Aunque Cecot asegura que entiende los motivos que originan y han impulsado la normativa, ésta ha derivado en “un malestar generalizado en el tejido empresarial, sobre todo pymes, por el aumento del coste añadido, tanto de la implementación inicial, como de gestión administrativa y de seguimiento que les supone, y por el incremento del grado de incertidumbre jurídica entre las empresas respecto a la aplicación de los sistemas de control y a la actuación de la Inspecció de Treball al respecto”, dice la patronal.
La particularidad de cada caso
En estos aspectos se centraron las intervenciones de los participantes en el turno de preguntas. En este sentido, Maria Luz Bataller quiso remarcar la “particularidad” de cada caso y la garantía de que habrá un “tratamiento igualitario” por parte de la Inspecció. Asimismo, hizo hincapié en que “se ha de entender la Inspecció de Treball como una herramienta de control con voluntad de ayudar, que no se hace en contra de nadie sino en beneficio de trabajadores y empresarios para ayudar a mejorar la gestión y el control”.
Al respecto, añadió que “para combatir el fraude, es necesaria la implicación de todos los estamentos de la sociedad”. Bataller concretó que el objeto de la campaña que lleva a cabo la Inspecció es intensificar el control a las empresas de entre 4 y 50 trabajadores. Y se hará mediante visitas del cuerpo de inspectores a pymes del sector alimentación, textil, del calzado, artes gráficas, talleres mecánicos, actividades sanitarias y servicios de vigilancia. El incumplimiento de
la instrucción será tratado de sanción grave y ésta no será para la empresa en su globalidad sino por el centro de trabajo donde se haya detectado el incumplimiento. Sobre la diversidad de tipologías de compañías afectadas por la nueva normativa, Bataller admitió que “tenemos que adaptar el registro a las necesidades de cada empresa” y afirmó que “actualmente, existen múltiples sistemas de control de tiempo.”
Momentos de tensión
“Reconozco que la sesión ha tenido momentos de tensión concretos”, explicó Xavier Cots, presidente del Club Cecot de RH, “pero había que hacerla por la gran demanda recibida por parte de las empresas asociadas, así como para hacer llegar este malestar a la Inspecció y, sobre todo las dudas que se plantean a las empresas en su día a día y que dista mucho de ser replicable de unas a otras. Las casuísticas son infinitas e intentar trasladar una instrucción teórica y escrita de manera genérica en cada caso genera tal cantidad de dudas que la propia Inspecció de Treball ha tenido que ver que la realidad empresarial es más compleja de lo que a veces se plantea”.
Desde el Club Cecot de Recursos Humans se considera importante evolucionar hacia unas relaciones laborales más propias del siglo XXI donde se prima el empoderamiento de la gente, la corresponsabilidad o la confianza por encima de un control de presencia en el lugar de trabajo, más propio de un sistema productivo del siglo pasado. “Obviamente hay empresas que por su tamaño o actividad necesitan hacer este control para que los procesos funcionen, pero si el resto de empresas no tienen implementado un sistema de control es que muy probablemente no lo necesitan. En todo caso, no se puede penalizar con un sistema global a empresas que por su actividad o composición incrementarán su gestión administrativa, concluye el citado club de Cecot