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“La UE sólo pretende asegurar su crecimiento en el futuro”

El 90% del crecimiento económico mundial será en un futuro fuera de la Unión Europea. "Si queremos asegurar nuestra participación en este desarrollo la mejor vía son los acuerdos comerciales". Son palabras de Mark Jeffery, responsable de coordinación y planificación de la Comisión Europea (CE) en Barcelona, en un acto sobre el controvertido Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP), que está en plena fase de negociación entre la UE y los EE.UU. Jeffery, que remarcó que el proceso está siendo "más largo de lo que se preveía", enmarcó esa propuesta de tratado en una estratégica "más global de la UE", que está negociando "una veintena de acuerdos con cincuenta países", y que acaba de cerrar a nivel técnico el CETA , el tratado de libre comercio entre la UE y Canadá, que sólo está pendiente ya de la aprobación política.

Jeffery protagonizó una conferencia organizada por el servicio de actividades económicas y relaciones europeas e internacionales del Ayuntamiento de Terrassa, en el que también participaron Miquel Sàmper y Amadeu Aguado, tenientes de alcalde de Desenvolupament Econòmic y de Relacions Europees i Internacionals, respectivamente. Aguado, en una de sus intervenciones, argumentó la postura contraria del PSC al TTIP al considerar que una serie de asuntos, como la participación de las pymes en el acuerdo, y aspectos relacionados con la propiedad intelectual o el acceso a la licitación pública no estaban bien resueltos. "Con el debate que se ha generado se ha avanzado en algunos de ellos", reconoció Aguado, que añadió, sin embargo, "que quedan muchos otros pendientes".

Jeffery acometió su defensa del TTIP por la propia importancia, a nivel económico y comercial, de los protagonistas, la UE y EEUU. Juntos generan el 60% del PIB mundial y suponen un mercado de ochocientos millones de consumidores.

Eliminar costes fijos
De hecho, ya son dos socios comerciales de primer nivel. El 20% de las exportaciones de Europa van a Estados Unidos. El gigante norteamericano vende por valor de 400 billones de euros cada a año a la UE, y ésta lo hace por un importe aún superior, 508 billones. "Si todo va bien, entonces, ¿Por qué impulsar acuerdos comerciales", se preguntó el propio Jeffery para darse la oportunidad de contestarse él mismo. La eliminación de obligaciones aduaneras y la reducción o eliminación de barreras no arancelarias, que suponen costes fijos en las operaciones entre ambos mercados, serían algunas de las principales ventajas comerciales de la entrada en vigor del tratado, destacó. Además, insistió en que las alternativas al TTIP no son satisfactorias. No hacer nada sería quedarse atrás pues EEUU está negociando otros acuerdos bilaterales. Que cada país de la UE negocie individualmente, tampoco. "Veintiocho políticas comerciales individuales tienen menos peso negociador que un bloque". La negociación de este tipo de tratados es larga y suele espaciarse varias legislaturas.

Ambicioso y discutido
Con el tratado todavía en fase de negociación ha llegado al poder Donald Trump en EEUU. Desde el público se le inquirió si los nuevos aires proteccionistas que soplan en EEUU, y también en otros países europeos, como Holanda y Francia, donde las fuerzas de extrema derecha se asoman al poder, podrían complicar la firma del tratado. Jeffery no entró al trapo. "Trump y su equipo serán los que decidirán", se limitó a decir.

El TTIP, considerado uno de los acuerdos de libre comercio más ambiciosos, se ha convertido en uno de los más polémicos por las dudas que genera. Éstas se centran en la capacidad de influencia que pueden tener algunos agentes económicos y empresas multinacionales en el impulso y desarrollo de normativas que regulan la producción, distribución, comercialización y consumo de bienes y servicios entre los dos mercados, así como su posible incidencia en las políticas de protección pública del comercio y consumo que promueve la UE. Como por ejemplo en la protección de la seguridad alimentaria, de protección intelectual e industrial, los estándares de calidad y medioambientales, o las políticas arancelarias, la irrupción de la competencia internacional en los mercados locales o el grado de contribución del tratado a la dinamización los mercados de los países en desarrollo.

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