El comercio electrónico come terreno a las tiendas tradicionales, que para convivir con su crecimiento exponencial están apostando por llenar sus espacios de tecnología y por ofrecer a los usuarios establecimientos con espacios destinados al ocio para animarlos a pasar más tiempo en ellos.
El objetivo es acortar la brecha entre el “offline y el online” y tender hacia la “omnicanalidad”, o lo que es lo mismo, facilitar que el cliente pueda decidir en todo momento a través de qué canal de distribución compra un mismo artículo de una misma empresa.
Esta aproximación de canales también obligará a los distribuidores puramente online, como por ejemplo Amazon, a abrir tiendas físicas, no sólo para mostrar sus productos, si no también para facilitar la recogida de las compras hechas a través de internet, según los expertos consultados por Efe.
Para adaptarse a los cambios tecnológicos, las tiendas están incorporando pantallas led en interiores y escaparates, ofrecen wifi a los usuarios e incluso la posibilidad de comprar online “in situ”, ha explicado a Efe, la directora del Departamento Leasing Centros Comerciales de Aguirre Newman, Carolina Ramos.
En paralelo, los establecimientos están optando por dar a los clientes una “experiencia” de compra con la que contrarrestar las bondades del comercio a través de internet, entre las que destacan, por ejemplo, la amplitud de oferta, los precios o el poder comprar las 24 horas los 365 días del año.
Así, están ganando metros para, además de poder ofrecer productos para toda la familia, incorporar espacios para el ocio y el entretenimiento de acompañantes, lo que hará que lleguemos a ver en su interior cafeterías y rincones para descansar o recargar el móvil.
Por contra, grandes superficies hasta ahora ubicadas en el exterior por su tamaño, están abriendo formatos más pequeños en el centro de las ciudades para servir de punto de recogida de pedidos online.
“El objetivo es ofrecer una experiencia de compra y al mismo tiempo limar las diferencias con el comercio electrónico”, ha afirmado Ramos, quien ha avanzado que los distribuidores también están aprovechando la tecnología para hacer “ofertas” personalizadas o agilizar los procesos de pago, pues, muchas veces, “si vemos a diez personas en la cola, nos vamos”.
“Estamos yendo hacia una tienda ‘experiencia’. Los distribuidores se han dado cuenta de que no van a tener que cerrar tiendas por culpa de internet, aunque sí que tendrán que transformarlas. Abrirán espacios más grandes y cerrarán los más pequeños”, ha apuntado el director de High Street de CBRE, Óscar García.
Así, las grandes firmas, sobre todo las de moda, están apostando por tiendas con una potente imagen de marca, denominadas “flagh ship store”, en las que los usuarios puedan disfrutar de la tecnología “en tiempo real”.
En este sentido, se está imponiendo el uso de pantallas LED para comunicarse con los usuarios y para ofrecer la misma imagen en todas las tiendas que un mismo grupo pueda tener repartidas por todo el mundo con sólo hacer un “click” desde su sede central.
También se están comenzando a ver experiencias piloto de probadores virtuales en las tiendas, que permiten al cliente ver cómo le quedaría una prenda antes de encargarla, y otros desde los que se pueden hacer pedidos online.