El empresario Valentí Sallés fue el fundador, con el apoyo de la Cecot, del Club de Innovació i Tecnologia de esta patronal. Tras seis años en la presidencia, ha pasado el testigo a Enric Barba. Sallés, cuya trayectoria profesional y empresarial ha estado íntimamente ligada a la innovación, sobre todo de base tecnológica, asegura que el siempre complicado día día de las pymes y la aversión al riesgo provocan que la innovación sea todavía una asignatura pendiente en muchas de ellas. Según Sallés, en Catalunya se investiga mucho pero este conocimiento no acaba de llegar al tejido empresarial.
¿En qué contexto nació este club hace seis años?
Las grandes empresas ya tienen incorporada la cultura de la innovación en su ADN. Además poseen los medios y los recursos necesarios. Sin embargo, la pyme no se encuentra en el mismo plano. Ahí hay trabajo por hacer. En este contexto, el proyecto del Club Cecot Innovació i Tecnologia tenía su interés y así empezamos.
¿Cómo está el mapa de la innovación en Catalunya?
Bueno, esto va por barrios…es decir, existen sectores de actividad que realmente están pendientes de la innovación: empresas que su razón de ser es innovar. Otras compañías, más tradicionales, quizá no tienen este concepto lo suficientemente arraigado. Pero no es sólo eso. La verdadera asignatura pendiente es que posean las herramientas, recursos humanos formados y criterios adecuados. El día a día es muy complicado y también las dificultades que se encuentran condicionan mucho.
¿Cuáles son esas dificultades?
Tener los conocimientos adecuados, los técnicos que realmente necesitan o el conocimiento dentro de la empresa. Otras veces es el miedo al riesgo. La innovación es un camino que se empieza con una idea que uno tiene en la mente pero que no sabe que resultado va a dar. Es decir, es un camino en la mayor parte de los casos incierto. Y es que, si no lo fuera, difícilmente estaríamos haciendo innovación. Todo el proceso se puede parametrizar y conseguir disminuir el riesgo pero éste sigue existiendo. En las pymes, donde es más complicado que se puedan permitir inversiones extras, la aversión al riesgo es otro de los condicionantes.
¿La empresa tradicional tiene mentalidad enfocada a la innovación?
En definitiva, el asunto crucial está en cómo hacemos que las empresas más tradicionales den el paso. Sobre todo después de las crisis, la mentalidad la tienen: saben que una alternativa para sobrevivir en un mundo tan competitivo es la innovación. Pero hay que tener claro que innovar se puede hacer en mucho aspectos, no sólo en producto. Puede ser en servicio, en los propios servicios internos de la empresa, como la logística, en la gestión, en métodos…
Ahí está Ikea, por ejemplo.
Microsoft sí que ha innovado en nuevos productos. Pero si tomamos el ejemplo de Ikea: hacen muebles. Pero han innovado en cómo hacerlos, en cómo venderlos, en cómo envolverlos, en cómo involucrar al cliente en la compra, en acabar el producto…
¿Qué balance hace de su presidencia en este Club?
Hemos trabajado en varios ejes para difundir la cultura de la innovación, poner en valor las nuevas tecnologías, que en ciertos ambientes siguen teniendo mala prensa, especialmente las emergentes, como herramientas para el proceso de innovación; y también hemos promovido la colaboración y la cooperación entre empresas, algo que es muy difícil de realizar. Otro de los ejes, que ha mejorado bastante a pesar de su complejidad, es acercar las empresas a los centros tecnológicos y universidades.
¿En qué ha mejorado?
Actualmente, cuando una empresa posee una idea pero no puede llevarla a cabo porque no tiene el conocimiento necesario dentro, lo puede buscar fuera. Y básicamente los facilitadores son los centros tecnológicos y las universidades. Estos procesos, desde el inicio de la crisis, se han mejorado mucho en numerosas empresas, incluso pequeñas y medianas, pero todavía no lo suficiente.
La conexión universidad- empresa todavía está verde.
Catalunya es realmente muy buena en investigación sobre todo en el ámbito universitario y centros especializados, pero este conocimiento no fluye suficientemente bien hacia las empresas. Y si no revierte ese conocimiento en nuevos productos y servicios, se queda en la universidad.
¿Invertimos poco en Catalunya?
El gasto total de Catalunya en I+D+I en relación al PIB en 2013 fue sólo del 1,24%, mientras que la media europea se sitúa en el 2,06 %. Pero la investigación se lleva el 95% de este gasto, y la innovación sólo el 5%. A pesar de ello, en España sólo se ve superada por 3 comunidades.
¿Y cuál es el camino?
Es necesario llegar a un acuerdo global para la innovación que permita crear un ecosistema integrado. Un único ecosistema que englobe a todos los agentes, que son la empresa, centros tecnológicos y universidad. Y fijarse un objetivo ambicioso, como que el gasto en I+D+I en relación al PIB sea del 2,5% al 3% en el año 2020.
¿Qué le diría a un empresario que desea innovar?
A los que empiezan que no pongan sólo el acento en el producto, es decir, en el qué, sino también en el cómo. Y para los que ya están en una empresa activa, que formen los equipos humanos en la línea de ser capaces de innovar, pero no sólo en producto, sino en cualquier proceso de la empresa.