Diari de Terrassa

Inquietud en Sant Pere Nord por una oleada de robos con fuerza en viviendas 

El anticipo de la zozobra fue notar que la llave no iba bien, que costaba abrir la cerradura. La zozobra pasó del mero anticipo cuando las víctimas sólo debieron girar la llave un poco, convencidas como estaban de que habían echado la llave, dos vueltas, antes de irse de vacaciones. Lo de los cajones abiertos y la ropa por el suelo, y las fotos, y los papeles, ya fue la confirmación, el corazón a doscientos: alguien había asaltado su vivienda. Esa aflicción la sufren a diario muchas víctimas de robos con fuerza. Esta semana la han padecido unas cuantas en Terrassa. El lunes, tres en un mismo bloque de pisos de Sant Pere Nord y una en el de al lado.

Regresaron a sus hogares, en la avenida del Vallès, tras pasar unos días fuera en Semana Santa. Acarrearon las maletas y entraron en uno de los ascensores del bloque, un edificio compuesto de 48 viviendas. Una de las víctimas, ausente de su domicilio desde el jueves, sacó la llave y la introdujo en la cerradura. Qué raro, no entraba bien. Qué raro, quizás estoy cansada y me falta fuerza, pero no era necesaria mucha fuerza para abrir la puerta. Qué raro, si yo eché la llave, estoy convencida.

Eran las 4.30 de la tarde. Los barruntos se confirmaron cuando la familia entró en el piso y se topó con el estropicio, con todos los cajones abiertos, con cajas por el suelo, con el suelo alfombrado de papeles tales que facturas, con las habitaciones violentadas, con retratos caídos. Un desaguisado de pavor. Dentro de lo malo, quizás lo peor no fuera el botín, el ordenador portátil, las joyas, el dinero. "Lo peor es sentir que unos intrusos han violado tu espacio íntimo, que han estado en tu casa", asegura una víctima. Los delincuentes bajaron persianas de ventanas, por lo que es muy probable que ejecutasen los delitos en horario nocturno.

Del espanto paralizante había que pasar a la reacción. Llamada al sistema 112. No toque nada, dijeron a la víctima.

La puerta se resiste
A las pocas horas, a eso de las siete de la tarde, otros vecinos del mismo bloque arribaron a su vivienda, también después de unos días de vacaciones. Llegó su turno de sobresalto, con secuencia calcada a la de los otros damnificados. La puerta de entrada que no se abre bien, la cerradura que parece ofrecer resistencia, algo pasa. Qué extraño. Consiguen abrir.

No bien entran en su domicilio, ven abiertas puertas de estancias que habían dejado cerradas, seguro. Emprenden pasos temerosos por el pasillo y ya vislumbran con creciente desasosiego los efectos del latrocinio. Los cajones abiertos, por supuesto, las cosas tiradas, los resultados de un registro tan detallado como rápido.

El dinero, el dinero. La familia guardaba en casa algo más de mil euros en efectivo. Sí, el dinero ha volado. Los ladrones lo encontraron. Encontraron también joyas y otros objetos valiosos. La cuantía del botín superaba, al parecer, los 8.000 euros en este caso.

Los Mossos d’Esquadra han confirmado la sucesión de robos en la zona y tienen una investigación abierta para tratar de identificar a los asaltantes de esos dos pisos y de un tercero también allanado durante la Semana Santa en el mismo bloque de doce plantas. En ese mismo edificio hubo un robo con fuerza similar poco antes de las navidades pasadas. Hace unos días, también durante el periodo vacacional de Samana Santa, fue asaltada otra vivienda situada en un edificio próximo, emplazado a unos veinte metros del primero, en la calle del Periodista Grané.

En esta Semana Santa, algunos moradores vieron a una mujer de raro proceder en rellanos del bloque de la avenida del Vallès. Han atado cabos. La sospechosa, de mediana edad, de acento extranjero, ataviada con falda acampanada, llamó a muchos timbres de domicilios, subía y bajaba. A quienes le contestaban les solicitaba dinero. "Soy del bloque de enfrente", decía. Y aseguraba que necesitaba ocho euros para comprar cortisona a su hija. Una vecina le dio seis euros. "Se paraba en la escalera, tardaba en bajar", recuerda un vecino que la vio en actitud vigilante.

"Soy muy nerviosa y esto ha afectado a mi salud", dice una de las víctimas de la ola de robos. Ha tirado ropa que tocaron los ladrones.

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