Diari de Terrassa

L’Àliga de Terrassa nació el sábado y ya bailó en el Raval

Pese a su notable tradición de cultura popular, y de bestiario festivo, Terrassa carecía de Àliga, una de las figuras catalanas más antiguas (documentada desde el siglo XVI) y de personalidad más solemne y protocolaria. De ahí que un grupo de activistas comenzara a impulsar hace más de un año su creación. El camino no ha sido facil, pero l’Àliga de Terrassa, construida por el artista Jordi Grau, ya es una realidad, y su nacimiento se escenificó el sábado a las siete de la tarde, en un acto en el Raval de Montserrat.

L’Àliga de Badalona y l’Àliga de Vilafranca ejercieron de padrinas, y las colles del Drac de Terrassa y Geganters de Terrassa de testimonios en este acto abierto a las asociaciones que quisieron participar. Nada más venir al mundo, la nueva figura realizó, por vez primera, el que fue su propio baile, el “Ball de l’Àliga”, para el que Marc Galí ha creado una coreografía, en base a la pieza musical compuesta por Francesc Castillo, que interpretó en directo el grupo Ministrils del Raval.

La presentació de l’Àliga de Terrassa tuvo una segunda parte en la Plaça Vella, donde fue recibida con salvas de honor y realizó un baile conjunto con las colles cultura popular y tradicional. El “ball de l’estapera”, abierto a todos los ciudadanos, cerró la ceremonia.

Una bestia ligera y fácil de llevar
Algo más de tres metros de altura, por 1,60 de ancho, mide l’Àliga de Terrassa, unas dimensiones “que son las standard de una figura”, explicó a este diario Jordi Grau. Su peso es de 34 kilos, relativamente pocos, teniendo en cuando que el Drac o cualquier Gegant de Terrassa están sobre los sesenta. “Pesa poco más que el Gegantó. Todo elllo hace que sea fácil de llevar, de bailar y de manipular, y suficientemente vistosa. Se ha querido hacer a la manera tradicional, en cartón, y no en poliester, que hubiera sido menos complicado de construir, y más pesado, y este es el resultado.”

Grau nos compendia las diversas etapas del proceso de realización, de una complejidad endiablada. Primero fue el proyecto, los dibujos, en base a imágenes de pájaros. Después, la escultura de barro, el molde de escayola, que hay que montar y poner en condiciones.Y para que aguante el barro, que en algunos lugares tiene entre diez y quince centímetros, y en otros entre cinco y tres, hay que construir un esqueleto, “y muchas historias”. Y el cartón se tiene que reforzar con maderas de diversas tamaños, refuerzos en tablero, y luego montar toda la bestia, realizar el recubrimiento, el sistema de sujección, los cojines, las patas, la pintura general. Y aún gracias que es una figura que no tira fuego. “Ha sido un trabajo profesional, muy complicado, y que ha precisado incluso de alguna noche sin dormir”.

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