Encontrar el equilibrio entre la actividad del restaurante y la sostenibilidad de Las Mola. Ese es el reto al que se enfrenta la dirección del Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, que en el plazo de un año volverá a sacar a concurso la gestión del bar de la cima. La adjudicación caducó hace cinco años y desde entonces está prorrogada.
El pliego de cláusulas de la concesión está en fase de revisión para ajustarlo a la nueva realidad. "Queremos revisar todos los aspectos y también los servicios, pero en ningún momento se nos pasa por la cabeza cerrarlo", puntualiza Miño.
El restaurante mantiene el entorno, da servicio a los visitantes y contribuye a sufragar los gastos del complejo, incluido el monasterio benedictino, un edificio catalogado cuyo mantenimiento requiere un presupuesto anual de entre 20 y 30 mil euros. Cada año el restaurante abona un canon de 12 mil euros para su conservación.
El presupuesto se dispara por la dificultad que supone afrontar obras de adecuación o reparación en la cima, a la que no puede acceder maquinaria. El material, las herramientas y los operarios suben a pie. Si la obra requiere de máquinas de dimensiones hay que recurrir al transporte por helicóptero, lo que encarece aún más la operación.
"Cuando optamos por la fórmula de la concesión, los gestores del restaurante propusieron aumentar la actividad para que ésta fuera rentable", explica Miño. Reducir ahora el servicio como propone el CET podría poner en peligro la viabilidad de la concesión -no habrá candidatos si entienden que el negocio no es sostenible- y el mantenimiento tanto del entorno como del monasterio.