Si hay una actividad estrella dentro de los festejos de Matadepera y con un poder de convocatoria multitudinario, esa es sin duda la carrera de burros. La iniciativa, todo un clásico de la fiesta, se estrenó en 2005 y a lo largo de estos once años no ha hecho más que aumentar las expectativas que despierta. Y es que ver a tus vecinos transformados en improvisados jinetes a lomos de un burro y jalearlos o reírse de sus caídas desde detrás de la valla es una postal que no tiene desperdicio.
La carrera de burros es garantía de espectáculo y diversión. De hecho, la prueba (en un circuito de césped) reúne todos los ingredientes para ser una función digna de ver: emoción a raudales, multitud de caídas (algunas bastante aparatosas), jinetes con risa nerviosa persiguiendo a sus burros en medio de la carrera, otros realizando auténticas acrobacias para subirse a lomos del animal o gritos de “¡Arre burro, arre!.
Evolución
Pero ya no se trata sólo de la carrera de burros en sí, sino de todo lo que la rodea, ya que previamente a la prueba los niños tienen la oportunidad de darse un paseo subidos al cuadrúpedo (la cara de felicidad que ponen no tiene precio). Y si a eso se le añade la chocolotada que se reparte -no suelen sobrar raciones-, la fiesta en familia está del todo asegurada.
En su primer año, la carrera de burros se realizó cerca del puente de la riera situado al lado del antiguo campo de fútbol y desde el siguiente y hasta la actualidad se lleva a cabo en la plaza de las Acàcies.
En aquel primer año (2005), la prueba se efectuó en un camino sin asfaltar lleno de piedras y los participantes no llevaban casco. Entre público y jinetes se juntaron unas 50 personas. Lo rememora Jordi Garreta, uno de los impulsores de la iniciativa. “Aquella primera carrera la gané yo”, dice satisfecho, para luego añadir que las cosas desde entonces han cambiado mucho… para mejor. Así, el segundo año la carrera ya se trasladó a su ubicación actual, la plaza de las Acàcies, se instauraron los paseos en burro para los críos y los participantes ya llevaban casco.
Mucho público
Edición tras edición, la carrera de burros ha ido cogiendo mayor empuje, de manera que han ido aumentado los participantes (una veintena el año pasado); los paseos en burro (250 niños en 2015) y el público (en las últimas ediciones sobrepasó holgadamente las 600 personas). “Es una actividad muy divertida y muy familiar que ayuda a hacer pueblo”, afirma Garreta.
Por norma general, la organización suele traer unos doce burros, que proporciona desde la primera edición la empresa Ganados Tolubio, situada en Fraga (Huesca). La firma ganadera, fundada en 1890, posee un centenar de burros y unos 50 camellos.