Rahi Brahim, un egarense de mediana edad originario de Marruecos, y llegado a Terrassa hace ya catorce años, acudió ayer por la mañana con sus dos hijos a la pista de atletismo de Can Jofresa. La familia vive en el barrio de Sant Llorenç, y bajó a primera hora del norte al sur de la ciudad para tomar parte en la celebración más importante del año musulmán, dejando a un lado la fiesta del cordero. El día, bien lo valía. Era el primero del Idul Fitr, es decir, la festividad del final del ayuno tras el ramadán.
La Comisión Islámica de España (un órgano de referencia para los musulmanes del país) determinó este lunes que ayer comenzaba el “Shawwal”, un nuevo mes en el año 1437 del calendario islámico. Y que, por tanto, los musulmanes dejaban atrás el mes del Ramadán tras pasar unas semanas de recogimiento y abstinencia. Como el propio Rahi Brahim, desde el pasado 6 de junio, miles de muslimes de Catalunya han prescindido así de comer y beber durante las horas de sol, es decir, desde el alba y hasta el anochecer, tal y como manda el islam.
En comunidad
“El ramadán es un buen momento para, si estás peleado con alguien, volver a hablar con esa persona”, contaba Rahi justo minutos después de que acabara la oración en Can Jofresa.
El rezo colectivo, orientado a La Meca, comenzó pasadas las ocho y media de la mañana. Los fieles tendieron centenares de “sajadas”, las alfombras sobre las que profesan su fe, encima del verde césped. Vestidos con las preceptivas chilabas, dieron inicio al ruego.
Los hombres y los niños ocupaban el espacio central de las instalaciones. Las mujeres tenían una zona reservada en el lateral.
Ali, vecino de Ca n’Anglada, fue a Can Jofresa con su hijo. Este egarense llegó desde Marruecos hace doce años (la mayoría de los muslimes reunidos ayer tenían sus raíces en el país alauita, aunque también los había de Argelia, Pakistán o el África subsahariana). Bajo un sol que sobre las nueve de la mañana se dejaba ya notar, Ali explicaba que después de la oración del final del ramadán es costumbre que los musulmanes visiten a familiares, amigos y vecinos para felicitarles; que tomen te y dulces, y que en el almuerzo haya platos especiales para un día señalado. Ali también decía que, antes de iniciar el gran rezo, cada musulmán tenía que haber dado cinco euros a una persona necesitada.
El encuentro religioso terminó cuando pasaban unos minutos de las nueve de la mañana. Los creyentes que habían ido a Can Jofresa volvieron a sus barrios. Uno de ellos era Said Ajar, también de origen marroquí, que regresó a Ca n’Anglada tras rogar en familia. Como él, muchos de los allí presentes tomaron un poco de agua, leche y unos dátiles en las propias instalaciones deportivas. Todo tras cumplir con un mes, el del ramadán, de compromiso religioso, purificación física y mental.
EL DATO
1,8 millones. Es el número de musulmanes que hay en España, según la Unión de Comunidades Islámicas, Ucide.