El Piromusical devino como un chupinazo a la inversa. Clausuró el domingo una fiesta plagada de participación El lleno absoluto en el recital del cantante Antonio Orozco, que hizo también las veces de ilustre pregonero junto a la waterpolista Bea Ortiz, anticipó el que había de ser marchamo de una fiesta mayor marcada por el éxito de participación gracias a su doble vertiente: una apuesta de lujo en la oferta musical y el sustento de actos tradicionales. Con el potente reclamo musical, Rubí consiguió cumplir su propósito de trascender la "frontera" y devenir referente para visitantes de otras poblaciones.
Los conciertos quedaron englobados en un nombre genérico, el Rubí Random Music Festival. El listado era apetecible, por la riqueza, por la variedad de ofertas para paladares diversos: Orozco, la poesía musicada de Luis Eduardo Aute, Marlango y su pop y su jazz y su blues, Itaca Band, Efecto Pasillo (con gran éxito de público), Tour 40, el Barrakuda Festival (con Tex & Sunflower Seed, Caribbean Dandy y The Suicide of Western Culture), Duncan Dhu, adalid del pop ochentero, Lax’n’Busto, exponente del rock catalán de la misma década… Éste concierto, el de los "Lax", cerró la fiesta mayor rubinense con una apuesta audaz que acabó cuajando: un concierto desenchufado, con más sosiego que fiereza rockera que colmó de buenas vibraciones el teatro municipal La Sala.
Eso fue el domingo, para decir adiós. Antes, Leonor Watling y los suyos, Marlango, se habían entregado como acostumbran para erizar el vello con ese halo de sutilezas con que envuelven su pop con ingredientes jazzísticos y aderezos de blues de terciopelo.
Derivas
Antes, Duncan Dhu devolvió a cientos de espectadores a los tiempos de noches largas con cien gaviotas y las olas intentando salirse del mar; a los ochenta y los noventa, cuando muchos de los presentes eran veinteañeros con ganas de exprimir la vida. Nostalgia de chaleco de piel bien llevada. El recital de los de Mikel Erentxun en l’Escardívol, donde tocaron también La Loca Histeria y Derivas, llegó a congregar a veinte mil personas.
Más de 155 actividades convirtieron Rubí en un hervidero de acordes, cultura popular y polvo de colores, con un Holi Dolly Rubí Festival que llenó el Escardívol con unas diez mil almas.