El viento comenzó a soplar con fuerza y era notablemente frío, ayer a última hora de la tarde, en Terrassa, pero en la Cava había el “caliu” que proporciona el mejor jazz y el especial ambiente que los terrassenses hemos generado en torno a esta música. Una gran foto- grafía de “Josep M. Farràs. Medalla de la Ciutat de Terrassa 2016”, que forma parte de la exposición de Miquel Carol dedicada en exclusiva al trompetista terrassense, presidiendo el patio de butacas de la sala. Como en cada concierto inaugural, la Nova Jazz Cava llena prácticamente hasta el límite de su capacidad, de un público expectante, que incluía muchos representantes de la vida política, cultural, social y económica de la ciudad. Y Jordi Chueca, flamante presidente de Amics de les Arts i Joventuts Musicals, que da la bienvenida y recuerda lo mucho de andado del festival y lo mucho de intrínseco que tiene ya en la ciudad. “Nací el año en que se fundó el Club de Jazz, 1959, y las caminatas que hacía antes al ritmo de los telares de Terrassa las hago ahora al ritmo del jazz.” Chueca expresó su satisfacción por las medallas de la ciudad concedidas a Josep Maria Farràs y, a título póstumo, a Salvador Alavedra, una obra del cual se ha convertido en el cartel de este año. “Es importante para nuestra entidad y para nuestra ciudad.”
Resistentes al tsunami
En Catalunya, existen 365 festivales, al menos que hayan sido “detectados” por el Institut Català de les Empreses Culturals, señaló el director de su área de música, Albert Bardolet. De ellos, entre un diez y un doce por ciento son de jazz, “y el de Terrassa, evidentemente, es el de referencia”, de quién valora asimismo que cuente “con un público entendido”. También hay un diez por ciento, de esos 365 festivales catalanes, que tienen más de treinta años de vida; “que, por lo tanto, han tenido la capacidad de regenerarse, evaluarse y hacer cosas innovadoras”, y entre ellos del de Jazz de Terrassa. Por eso, Bardolet felicitó a sus organizadores por la capacidad “de aguantar en épocas dificiles en lo que respecta al apoyo de las administraciones. Parece que lo peor ya ha pasado. Gracias por haber aguantado este tsunami y que la música de jazz suene por muchos años en Terrassa”.
“Desde este momento, Terrassa será una fiesta contínua que celebramos a ritmo de jazz”, abrió el concejal de Cultura, Jordi Flores. Con el festival, Terrassa se ha situada “en el ránking de las principales ciudades de jazz de la península ibérica, con Vitoria-Gasteiz, Donosti, Barcelona, Madrid y Granada, y un referente muy potente en el sistema internacional”. Y Flores señaló el “contraste” entre la calidad y el prestigio del festival, y su presupuesto “muy moderado”, por lo que agradeció tanto a los patrocinadores como “el esfuerzo, la creatividad, el entusiasmo” del club de jazz de Amics de les Arts, claves del gran nivel del programa terrassense”.
Flores también se refirió al homenaje a Salvador Alavedra, “activista cultural y artista de primer orden” y Farràs, “que ha dedicado toda su vida al jazz, la música y la cultura”, y que hizo extensible a todas las personas que han hecho de Terrassa un referente del género.
Eran las ocho y media de la tarde cuando se produjo el momento más esperado: la subida al escenario de Valentí Grau, sempiterno presentador de los conciertos del festival. “35 creo que es un buen número.” Y el Terrassa “tiene un sello propio, reconocido por todos los manager y entidades jazzísticas, y lo hemos de agradecer a la sociedad civil, su parte cultural, política, industrial por supuesto”. Y “ya vamos con el primer concierto”, en el que, en su estilo, casi se olvida del nombre de uno de los músicos. Un momento después, el Toni Solà Quartet y Josep Maria Farràs daban las primeras notas del 35 Festival.