Lograr el éxito. Este es uno de los objetivos más perseguidos tanto en el mundo empresarial como en el ámbito personal. Pero, ¿cuáles son los ingredientes y los pasos que deben seguirse para conseguirlo? Esta es la pregunta que se han hecho desde la ESCODI, que ayer organizó una sesión donde se habló de los elementos que configuran la hoja de ruta hacia esta meta.
Unas 160 personas del mundo del comercio (empresarios, gerentes, directivos, vendedores y estudiantes de Comercio y Distribución) recibieron ayer una clase magistral del formador y consultor en actitudes de alto rendimiento, Lluís Soldevila. Este ingeniero superior en Informática, que ha desarrollado gran parte de su trayectoria como consultor y directivo del Deutsche Bank Group en siete países, ahora inspira y motiva hacia la consecución de objetivos, aplicando técnicas del mundo de la empresa al servicio del rendimiento de las personas, los equipos y las organizaciones.
Soldevila considera que “la vida no es un juego donde los dados están marcados sino que se trata de un juego de probabilidades” donde existen formas concretas de tirarlos para maximizar los buenos resultados. Para el formador, el camino hacia el éxito pasa por “querer, saber y hacer”, de modo que si se tiene claro lo que se tiene y lo que se quiere, se traza una buena trayectoria para lograrlo y se actúa en consecuencia, las probabilidades de llegar al éxito, “un concepto que es subjetivo y que depende del momento”, aumentan considerablemente. Además, cree que aunque todos tenemos límites, debemos tener claros nuestros objetivos e intentar lograrlos tantas veces como haga falta. “Sólo fracasas si no aprendes de los errores y dejas de intentarlo”, opina.
Éxito se escribe con A
El método de Soldevila, que pueden aplicar tanto empresas, como organizaciones o individuos, “no es miraculoso” pero el consultor asegura que permite incrementar las probabilidades de alcanzar el éxito, un termino que según el consultor y formador en actitudes de alto rendimiento se escribe con tres A: autoconocimiento, actitud y acción. El primer concepto hace referencia a la identificación de nuestras debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, un análisis necesario para poder ofrecer la mejor versión de nosotros mismos. El segundo es el ingrediente que diferencia un profesional normal de uno de excelente. La actitud es lo que nos hace aportar valor a nuestra empresa. Se puede gestionar desde su origen, los pensamientos, de los que depende que veamos la realidad de una forma u otra.
Pero para tener éxito no basta con conocernos a nosotros mismos y tener una actitud positiva. Hace falta pasar a la acción, “dejar de ser el copiloto para sentarse en el asiento del piloto”, no esperar que las cosas pasen sino hacer que ocurran.