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La final se vivió en Udine y Terrassa

Udine y Terrassa están separadas por casi 1.400 kilómetros. Pero el domingo estuvieron unidas por un sentimiento: la presencia de Dani Olmo en la final de la Eurocopa sub-21. En el estadio el delantero terrassense no estuvo solo. Su padre Miquel, ex entrenador del Terrassa FC entre tantos otros clubs, lloraba de emoción enfundado en una camiseta de la selección española. Seguramente nada de lo vivido en el fútbol ha significado tanto para él como lo ocurrido el domingo. Porque el trayecto ha sido emocionante pero complicado.

Dora, la madre de Dani, ha cuidado del futbolista y del hijo con esmero, con amor. Y la vaselina que significó el 2 a 0 encendió en su memoria la película de una vida alrededor del fútbol. También en la tribuna estaba Carlos, el hermano mayor de Dani, a cuyas faldas se pegaba el ahora campeón de Europa cuando se trataba de atizar al balón en los partidos de playa o de calle, siempre contra niños mayores. Es lo que tiene ser el hermano menor.

Dani tuvo a más familiares en el estadio. Su tía Mònica, su prima Andrea. Y gente muy cercana, como su representante Juanma López quien ha sabido cuidar de su carrera de forma ejemplar. No se quisieron perder la cita ni sus amigos de Croacia (viajaron nueve personas desde Zagreb en una furgoneta), ni sus amigos de Terrassa algunos de los cuales cogieron un coche el sábado para viajar hasta Udine. Albert Villegas, que esta última temporada ha jugado en el Martinenc, o Dani Altimira. O Cristian. Amigos de la infancia y ahora de la juventud. Tampoco faltó a la histórica cita Andrés González, entrenador del Santfeliuenc y buen amigo de Miquel Olmo.

Gran fiesta familiar
Entretanto, en Terrassa, el resto de la familia se reunió en un bar para seguir la final. Los abuelos, los tíos de Dani, entre ellos David y Josué también entrenadores de fútbol, las tías del futbolista. Los primos y las primas. Y amigos, los más cercanos como el técnico Marc Huguet, padrino de Dani, siempre rodeado de gente de fútbol.

Muchas camisetas de la selección española, mucha emoción durante el partido, nervios a borbotones y locura irrefrenable cuando Dani hizo el 2 a 0. No sólo se oyeron gritos de entusiasmo, sino que se vieron aflorar lágrimas de alegría, de emoción, de sufrimiento. Y de amor.

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