Domingo 29 de mayo de 2016. Se han cumplido ya tres años. Ese día, el Club Egara jugó la final de la Liga en Madrid y levantó el decimocuarto título de su historia. El rival, igual que el domingo 19 de mayo, era el Polo. El equipo del Pla del Bon Aire venía de perder dos finales consecutivas ante el cuadro barcelonés y esa tercera parecía ir por el mismo camino. A los diez minutos, los egarenses perdían ya por 0 a 2. Pero dos goles, uno de Eduard Arbós y otro de Josep Romeu, que marcó también este domingo, les permitieron forzar los "shoot-outs", ganarlos por 5 a 4 y levantar al encapotado cielo de la capital un título que el club llevaba nada más y nada menos que quince años sin lograr.
El pasado domingo, esta vez en el Pla del Bon Aire y con el apoyo masivo de toda su afición, el Club Egara volvió a toparse con el RC Polo. Solamente nueve jugadores del equipo de hace tres años continuaban en la plantilla. El equipo volvió a sufrir, pero esta vez fue el cuadro egarense quien supo ponerse 2-0 y defender el resultado. Y el día que faltaban diez días para celebrar la efeméride de esa decimocuarta Liga, llegó la decimoquinta, la segunda conseguida en las cuatro últimas temporadas.
Un nombre se repite
Estas dos últimas Ligas ganadas con tres años de diferencia después de tanta y tan dura sequía tienen un nombre en común: el entrenador argentino Patricio Keenan. Él fue quien condujo al equipo a leventar el trofeo en Madrid y volvió a ser él, en la temporada de su regreso al banquillo del primer equipo de un Egara que es ya su club, quien consiguió la decimoquinta.
Aunque han pasado tres años entre ambas finales, entre ambas victorias, los dos Egaras no tienen nada que ver. O casi. Son sólo nueve los jugadores que ya estaban en el equipo en mayo del año 2016. Se trata del portero Quico Cortès; los defensas Pere Arch, Josep Romeu, Josep Farrés y Josep Novell; los medios Vicenç Ruiz y Pol Gispert; y los delanteros Lluís Mercadé y Xavier Aguilar. De todos, sólo el capitán Pere Arch colgará el stick.
Ausencias ilustres
En aquel Egara que volvió a saber lo que era ganar una Liga había nombres ilustres como los de Edi Tubau, que se retiraría aquella temporada. Otros se marcharon al extranjero pero han vuelto a tiempo, como Josep Romeu, Vicenç Ruiz y Josep Farrés. Marc García Chicote juega ahora en Gante. Y Eduard Arbós es el gerente de la Federació Catalana. Tampoco están Guillem Fustagueras, Nani Usé, Claudi Quera o el portero Albert Pérez.
Pero, como se encargaron de poner en valor tanto los jugadores como los aficionados tras la final del pasado domingo, la gran virtud del Club Egara, el único equipo de la actual División de Honor integrado exclusivamente por jugadores formados en su cantera, es su inimitable capacidad para sacar talento de la base. Y así es como si bien Cortès sigue siendo un muro bajo palos, la defensa ha visto llegar a jóvenes como Marc Recasens y Miki Espí, el centro del campo tiene ahora a Pau Quemada, Gerard Clapés y Josep Duran y delante Pere Divorra, Xavi Gispert y David Aura mantienen viva la llama del gol. Pero el claro denominador común de esos dos títulos separados por apenas tres años tiene nombre y apellido: Patricio Keenan.