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Sin marca propia de fútbol

L’Hospitalet y Terrassa y enfrentaron a sus dos primeros equipos de fútbol el pasado domingo en el campo de la Feixa Llarga. Dos equipos que tienen el propósito común de ascender a la Segunda División "B" del fútbol español para salir del pozo que representa la Tercera División para dos instituciones que representan a un conjunto de población más que notable. Aunque entre las dos ciudades se acercan a los 450.000 habitantes, poco más de medio millar de personas acudieron a presenciar uno de los encuentros de mayor atractivo que puede deparar hoy en día el grupo catalán de la Tercera División. La cifra no deja de resultar impactante al hablar de la segunda y la tercera ciudad de Catalunya. Un dato demográfico que no se corresponde con su peso en el conjunto del fútbol catalán ni español, a la sombra de tiempos pasados donde su protagonismo fue más acusado.

De las 28 ciudades de más de 200.000 habitantes del estado español, sólo cuatro tienen a su primer equipo de fútbol fuera de las tres primeras categorías de fútbol. Terrassa es una de ellas, del mismo modo que L’Hospitalet, Móstoles y Jerez de la Frontera. El resto, como mínimo, militan en Segunda División "B". En el caso de Terrassa, sin embargo, es destacable el hecho de que cuenta con dos equipos en Tercera División gracias al ascenso del San Cristóbal. El Terrassa, sin ir más lejos, tiene a 16 equipos catalanes en una categoría superior o por delante en la clasificación de Tercera aún representando a la tercera ciudad catalana en población. Tres militan en Primera, dos en Segunda "A" y ocho en Segunda "B". Y los egarenses están clasificados en la cuarta posición de Tercera División. Por tanto, su peso en el fútbol catalán anda lejos de corresponderse con el de una ciudad de su dimensión.

Ejemplos distintos
Girona, sin ir más lejos, disfruta de su equipo en Primera División en una ciudad que apenas llega a los 100.000 habitantes. Mientras que Tarragona y Reus andan un escalón por debajo representando a poblaciones de más de cien mil personas.

De esas 28 ciudades de más de doscientos mil habitantes, ocho cuentan con representantes en la Primera División. Y once están presentes en la Segunda División "A". Otras cinco tienen equipo en Segunda "B" y únicamente cuatro andan fuera de ese círculo.

Fijando más el foco en el fútbol profesional español, el mapa demográfico de los clubs representados muestra la participación de siete equipos en Primera que corresponden a ciudades de menos de 200.000 habitantes: Getafe, Girona, San Sebastián, Eibar, Leganés, Villarreal y Huesca. Mientras que Getafe, San Sebastián o Leganés se acercan a esos 200.000 habitantes, hay casos que llaman poderosamente la atención como son los de Eibar (27.000 habitantes) o Villarreal y Huesca, que sobrepasan por poco los 50.000. En Segunda "A", son once las ciudades de menos de 200.000 habitantes que compiten en la categoría. También con casos llamativos de poblaciones inferiores a los 100.000 habitantes como Almendralejo (34.000), Majadahonda (71.000) o Soria (39.000).

Queda claro, por tanto, que el potencial futbolístico de los clubs no está directamente relacionado con el volumen de población de sus respectivas ciudades. Aunque es un indicador más que notable a la hora de evaluar las posibilidades, sobre todo económicas, de las entidades representativas en un deporte que sirve como escaparate divulgativo de poblaciones que han encontrado a través del fútbol su mejor campaña de imagen exterior.

Terrassa ha crecido de forma notable en los últimos años en número de población hasta situarse como la tercera ciudad catalana, sólo superada por Barcelona y L’Hospitalet. Pero ese público potencial cercano a las 220.000 personas no ha tenido incidencia en la realidad futbolística de una entidad que intenta sentar las bases de una recuperación que le conduzca a categorías más acorde con su historia y con su realidad social.

Escasa incidencia
Teniendo en cuenta que la media de asistencia de espectadores en un partido de la temporada regular se sitúa por debajo de los mil espectadores en los partidos del Terrassa (en el caso del San Cristóbal es menor aunque su incidencia territorial es distinta), es difícil entender que el equipo no consiga atraer la atención ni del 0,5 de la población de la ciudad. Esa cifra contrasta con el número de socios que fundamentalmente el FC Barcelona o el Espanyol, en menor medida, tienen en la ciudad y que superan ampliamente el de abonados del propio Terrassa, condenado a vivir a la sobra de entidades de más nivel deportivo que generan una mayor atención en la ciudad que la que se produce en la misma.

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