Antoni Ros Calsina es uno de los nombres propios más relevantes de la historia reciente del básquet terrassense. Fue jugador destacado en la época dorada del Sferic y también militó en el Mollet y L’Hospitalet. Ha entrenado en casi todos los clubs locales y ahora preside el CB Can Parellada.
¿En qué faceta ha disfrutado más durante su vida deportiva?
Sin duda, como entrenador. Me retiré joven, con 26 años, porque ya compaginaba la tarea de jugador y de entrenador y me llenaba más lo segundo.
¿Por qué?
Me llena más. Cuando ves que un equipo se implica como grupo y va todo el mundo en la misma dirección, supone una satisfacción. Y me siento más a gusto en equipos que no sean de resultados inmediatos, sino donde puedas trabajar más en la mejora del jugador.
Usted ha entrenado en casi todos los clubs locales. Y un día llega a Can Parellada.
Vine en 2010, a entrenar al senior masculino. Le diré que cuando llegué pensé: ¿qué se me ha perdido a mí aqui? Seguí hasta final de temporada y ya no me he movido.
Ahora entrena al cadete masculino, es el director deportivo y presidente.
En un momento dado la situación del básquet en Can Parellada era convulsa, la junta anterior no continuó y asumí la presidencia. De hecho, fundamos entonces el CB Can Parellada que hasta ese momento tenía una realidad legal un tanto complicada.
Han conseguido consolidar un proyecto sólido en un barrio con escasa tradición en el mundo del básquet.
Cuando llegué al club había pocos equipos, fruto del entusiasmo de algunos jóvenes del barrio. Ahora disponemos de 16 equipos más la escuela de básquet.
¿Qué dificultades principales se encuentra un club de barrio como el CB Can Parellada?
Seguimos siendo un club muy apartado de la ciudad y nos siguen viendo como algo casi externo. Poco a poco va cambiando esa percepción, pero aún cuesta captar jugadores, sobre todo en lo que se refiere a categorías formativas. El porcentaje de jugadores del barrio es muy escaso todavía. En todo caso, pienso que estamos ganando esa batalla.
En su casa se respira básquet las 24 horas del día
Sí, porque además de toda esta tarea en el club soy padre de dos jugadores. Mis hijos juegan en Manresa, en categoría Preferente, lo que hace que el básquet esté presente 24 horas al día, siete días a la semana y doce meses al año.
¿Le cansa?
El día a día es cansado. Pero cuando lo observas todo con perspectiva y ves lo que se ha conseguido, te satisface. Sobre todo, cuando eso se produce por parte de personas externas al club. Eso te da fuerzas.
Usted ha entrenado a equipos masculinos y femeninos. ¿Hay diferencias?
A nivel deportivo, ninguna. Siempre he trabajado del mismo modo. En un equipo femenino las jugadoras son más emotivas en momentos de más tensión, para lo bueno y para lo malo.
¿De qué modo se entiende que una ciudad con tantos clubs y tantos jugadores no destaque especialmente en este deporte?
Es muy difícil responder a eso. Tenemos un volumen muy grande de jugadores y de jugadoras, y eso es bueno. Pero no estamos consiguiendo que de esa cantidad salga una calidad más elevada. Se han perdido categorías en equipos seniors y tampoco tenemos a la base en categorías importantes. Yo mismo llevo a mis hijos a jugar a Manresa porque aquí no pueden jugar en Preferente, con el esfuerzo que supone. Pienso que no es malo que exista diversidad de clubs, pero falta un club de referencia como sucede en Badalona o en Manresa. Eso no se ha dado en Terrassa.