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El hockey del pasado se vive en presente

Al llegar al Club Egara estos días, desde fuera, parece un fin de semana normal de los habituales que se viven durante el curso deportivo. Multitud de coches reposan en sus correspondientes zonas de aparcamiento, cierto movimiento lineal en cuanto a entradas y salidas del personal y ese ruido imperecedero y clarificador de que algo se está cociendo dentro, algo relacionado con la competición pura, como pueda ser la celebración de un gol o el lamento por una ocasión clamorosa fallada.
Pero no. No es como un domingo más, ni un sábado por la mañana en los que los más pequeños golpean sus sticks, aún sin la destreza que se adquiere con los años, soñando en algún día, competir al máximo nivel o, simplemente, disfrutando de una matinal con los amigos. Y tampoco es como uno de esos eventos a los que los clubs egarenses de hockey ya están avezados como organizadores, Copas del Rey o de la Reina o torneos continentales. Es otro nivel.

Al entrar en las instalaciones del Pla del Bon Aire estos días se ve otro paisaje diferente, si bien lo que se respira, como siempre, es ese aroma inconfundible a hockey.

No se ven los colores de siempre ni las camisetas conocidas de cada fin de semana. Se puede contemplar, desde que se entra hasta que se sale, y después de escudriñar por todos los rincones, un manojo de colores y camisetas muy diferentes de las que habitúan a convivir en estas latitudes. Y se pueden oir, en muchos idiomas diferentes, conversaciones tranquilas o gritos jaleando a los deportistas.

Y no hay niños y niñas en pos de una bola, agarrando con más o menos firmeza sus sticks. Es un catálogo interminable de jugadores y jugadores, con más o menos canas, que forman equipos de veteranos y veteranas que afrontan el Exin Masters World Cup con afán de competición, pero también como una comunión de amantes y practicantes de este deporte, reunidos durante un campeonato de diez días, en una de las ciudades del planeta que reúne a más aficionados al hockey (por no decir la que más). No en vano, Terrassa disfrutará esta temporada de siete equipos en la máxima categoría del hockey español.

Participantes ilustres
Hay participantes de tronío, algunos con medallas olímpicas, como el egarense Jan Dinarès, integrante de la selección española masculina +45, que evidencian un buen estado de forma. En algún encuentro, se puede oir a un espectador decir, respecto a un jugador concreto de los más reconocibles o ilustres, que "todavía daría guerra" en la Liga, o también que "mantiene la elegancia" con la que jugaba antaño. Eso tan manido de que "el que tuvo, retuvo".

Además de los aproximadamente 2.500 participantes, que sumados a los integrantes de los cuerpos técnicos de cada selección, árbitros, organizadores y la más que estimable cifra de 250 voluntarios, significan un total, aproximado, de 4.000 personas, hay que añadir los 1.500 asistentes, en plan espectador, que se han personado en las instalaciones del Pla del Bon Aire, el ineludible epicentro del torneo, que cuenta con otros puntos para la disputa de los partidos, como es el caso del Atlètic en Can Salas, el CD Terrassa en Les Pedritxes y el Estadi Martí Colomer, en la Zona Olímpica de nuestra ciudad.

Pasearse por los diferentes sectores del Club Egara, que cuenta con tres campos para la disputa de partidos, es ver mundo. Gente de países muy habituales en las competiciones, tanto continentales como internacionales de hockey, como holandeses, ingleses, australianos, argentinos o estadounidenses, pero también de otros lugares de menos tradición, como Sri Lanka, Ghana, Omán o Zimbabwe.

El colorido es evidente y lo muestra todo el abanico de banderas que luce el club al lado del marcador electrónico del campo 1 de las instalaciones del Pla del Bon Aire. También se nota esto en las otras sedes. A diferencia de otras competiciones que se han podido seguir en Terrassa, aquí los equipos, pese a sus ganas y competitividad sobre el terreno de juego, circulan con menos retales de disciplina. Cada equipo va a la suya, pero también sus integrantes, en definitiva.

El martes, y eran los números exactos del día anterior, los voluntarios situados en las zonas de avituallamiento habían servido un total de 24.860 bebidas de todo tipo (aguas, cervezas o refrescos varios). En la zona de lo que se denomina habitualmente como "village", aparte del equipamiento destinado a bar, destacan los diferentes puntos de venta de materiales, principalmente relacionados con el hockey o el deporte. Es decir, la venta de todo tipo de prendas. Pero también se puede consultar aspectos turísticos de la ciudad en una carpa de carácter municipal para este menester.

Bañeras de hielo
También resalta una actividad que está teniendo un éxito sin precedentes, según comentan los organizadores. Se trata de tres bañeras de hielo, en las que los jugadores, tras disputar sus respectivos encuentros, pueden aliviarse de las altas temperaturas, así como de los posibles golpes o, simplemente, recuperarse de los achaques propios de ciertas edades.

Indudablemente, un punto que ha tenido una aceptación inesperada. Aunque para ara reponerse de los esfuerzos de los partidos, también se ha puesto a disposición de los deportistas que lo requieran de un punto para masajes. Como rezaría otro tópico, muy usado en el mundillo del deporte en general, la edad que no perdona, si bien, ¿quién le hace ascos a un buen masaje, aunque no sea después de practicar cualquier disciplina deportiva?

En la zona del bar, situada al lado del flamante campo 3, que se ha levantado donde antes se ubicaba la sección de hípica del club, se intenta dar acomodo y alicientes a los usuarios. Por eso, se han situado unas pantallas gigantes en las que se puede observar en directo el encuentro que se está celebrando en el campo 1. Además, en otra pantalla se refleja el calendario y los resultados de los partidos que se van celebrando durante el día. Por la tarde, además, se proyectan, cuanto toca, los encuentros de la selección española femenina, que está jugando el Mundial de Londres.

En el Club Egara, los momentos de más auge de personas repuntan al mediodía, si bien la franja horaria en la que se acumulan más asistentes es de siete de la tarde a nueve de la noche. Huir del calor que azota los cuerpos sin piedad estos días, es algo obligado.

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